Tomas Ives: “Parte de mi familia me dejó de hablar tras los videos con los Fiskales”

Por Héctor Muñoz

La imagen que preside esta entrevista es el testimonio de un crimen, o de un ajusticiamiento sacrificial, si se quiere ver desde otra perspectiva. Alude al mito de Judit y la cabeza Holofernes, que es posible rastrear en el Antiguo Testamento y que tiene como referencia más cercana una pintura de la artista barroca Artemisia Gentileschi (1593-1653), donde la heroína y su doncella se internan en territorio contrario para seducir y degollar al feroz general enemigo. El sitio y los personajes del suceso han sido alterados en este mural por el artista chileno Tomas Ives, quien será uno de los invitados especiales a “Fina selección”, muestra que se inaugurará a las 20 horas de este viernes 20 de noviembre y que corresponde a la primera exposición presencial del Centro Experimental Perrera Arte en la era posterior a la pandemia.

“En esta, mi versión del mito, he querido representar el ocaso de las relaciones patriarcales y el nacimiento de lo desconocido”, dice Ives, quien ha peregrinado por La Paz, Montreal y Berlín desplegando su imaginario “neo pop surrealista latino” en soportes tan disímiles como los grandes formatos de pintura callejera, las cuidadas impresiones de su propio tarot o eléctricas animaciones audiovisuales, como las que sacaron ronchas en las últimas producciones musicales de Fiskales Ad-Hok.

-Tomas, sabemos que Carlos Faz entró muy temprano en tu memoria. Cuéntanos de eso y de tu visión del trabajo de ese pintor tan mítico y desconocido en el arte chileno.

-Crecí sentado frente a “La borrachera de Noé”, un óleo de unos 80×100 centímetros lleno de ocres, bermellones y sombras. La tragedia de su muerte, 29 años antes de mi nacimiento, marcó a mi familia. Faz era un destello trepidante en su generación, en los porteños y en el arte. Mis abuelos, que lo vieron crecer, nunca estuvieron ajenos a ello y, además de compartir profunda amistad, apoyaron cada uno de sus pasos hasta su dramática muerte a los 23 años. Las paredes del hogar donde crecí sostenían sus grabados, pinturas y recuerdos. Pero también aquella idea del arte que él mismo definió como “el instrumento del pensamiento de una clase, de una sociedad”. Hoy, para mí, es imposible pensar en expresión sin pensar en Faz.

-Tú has trabajado desde muy niño con la imaginería del arte precolombino. ¿Cómo definirías hoy esa estética?

Creo que, como latinoamericanos,  gozamos de la naturalidad del gesto que nos entrega nuestro territorio. En mi experiencia me he topado con personas desde México a Tierra del Fuego que encuentran símbolos, formas o colores familiares en mis propuestas surrealistas. Trato de crear imágenes, escenarios y personajes a partir de esas ideas que nos unen y que, a la vez, la sellan en un espíritu comunitario. Mi madre trabajó muchos años en el taller Talinay donde, entre otras cosas, modelaban las figurillas cerámicas de la tienda de souvenirs del Museo de Arte Precolombino de Santiago. Fue ahí donde comencé a entender y encontrar la belleza estética del relato, escaso de escritura, de culturas como la Moche, Paracas o Chinchorro. En palabras de Carlos Faz podría decir que “me entregué a ellos tratando de separarlos de esta vida para que no se fueran a ensuciar y descubrí así un mundo más puro”. Es difícil encontrar una palabra por sí sola, a veces trato de describir mi trabajo como neo pop surrealista latino.

-¿Qué te interesa en particular del enfrentamiento del rojo y el negro tan presente en tu obra?

-Mi primer encuentro con el rojo y el negro fue a través de los engobes. Me deslumbran los tonos terracota, ladrillo, bermellón y todas las gamas oscuras que adornan vasijas, vasos, platos y artefactos de la cerámica latinoamericana. Más tarde las geometrías constructivistas, desde Kazimir Malévich hasta Aleksandr Ródchenko, acapararon mi atención, sobre todo desde las técnicas de impresión en la era de la propaganda. Sin embargo, el equilibrio en ambos colores y la luz que absorben (al punto de transformarse en manchones negros en una fotocopia) encandilan los ojos de quien los ve. Trato de balancearlos e intercalarlos en la superficie para componer formas muy visibles, llamativas y, hasta cierto punto, violentas. Porque mi trabajo reflexiona en torno a los movimientos que provocan cambios en las personas y sus entornos, y me es muy cómodo representarlos con la fuerza de estos matices.

-Has construido tus propias barajas, rediseñado de algún modo el tarot. ¿Cuáles fueron los pies forzados y las constantes que estableciste para hacer esa interpretación visual?

-El tarot, especialmente el tarot de Marsella, es un completo misterio. Algunos dicen que lo crearon los gitanos otros, incluso, afirman que fue traído por extraterrestres. Yo creo que es una herramienta infinita para la interpretación de nuestras historias a través de arquetipos. Hacerlo para mí fue la forma de estudiarlo, de sumergirme en cada arcano y hacerlo mío, hacerlo bien. Pero comencé desde el arcano sin número: El Loco. Curiosamente, una firma de emprendedores se me acercó para que les diseñara un mural. Les envié ese arcano: un hombre que toma el camino con independencia y decisión, con un bastón para su apoyo, una bolsa con pocas pertenencias, mirando al cielo y seguido por un perro que le está cogiendo los huevos. “Qué imagen más clara y representativa para un emprendedor”, me dije a mí mismo y envié el correo con texto y propuesta. Evidentemente el proyecto fue rechazado. Pero El Loco iluminó el camino para hacerlo, una carta al día, en Berlín, con la gentileza de uno de los mejores impresores que he conocido, del que tengo la fortuna de ser un gran amigo, Matthias Schrader (sehfeuer.de).

-¿Esperabas el revuelo que causó tu trabajo con los Fiskales Ad-Hok?

-Honestamente no en la escala de lo sucedido. Desde la banda y yo, claramente, esperábamos hacer algo que tuviera repercusión a través de la provocación. Mal que mal de eso se trata el punk. Pero las reacciones de la derecha (ultra) en Chile nos dejaron perplejos a todes. Recibí amenazas de todo tipo de gente de los barrios del 20%, se suspendió uno que otro proyecto y una parte de mi familia, simplemente, decidió dejar de hablarme hasta el día de hoy. Lo que más me sorprendió fue ver a los políticos en el poder, como el Presidente y  Gonzalo Blumel, opinando con irrelevante convicción acerca de “qué es el buen arte” y “qué es el mal arte”. Un espectáculo pocas veces visto en cualquier sistema que se jacte de democrático. Las amenazas de querellas de la familia del dictador y las declaraciones victimizadas del fascismo disfrazado de demócrata fueron, para mí al menos, un honor. En el aspecto más intenso y apasionado de las imágenes, me llenó de emoción haber visto los dibujos desplegados en banderas, barricadas, stencils, adhesivos y poleras durante el estallido social a lo largo de Chile entero, desde la plaza de la Dignidad hasta Valdivia. Yo estaba viviendo en Alemania, me sentí pleno, presente y partícipe gracias a esas imágenes. Todes sabíamos que esto andaba mal.

-¿Cuán real es la idea de que afuera del país todo anda mejor para los artistas chilenos?

-Estoy sorprendido. Algo cambió en Chile. Vivimos un momento de contrastes y confrontaciones frente una minoría dominante. El mismo 18 de octubre de 2019 participé (desde la distancia) en una exhibición en Espacio O a la que titulé “Por la fuerza”. Usé ese nombre apelando a la fuerza de voluntad, a la fuerza física y mental para emprender cambios sustanciales en nuestras vidas y comunidades. Mientras me conectaba para ver los asistentes no podía dejar de ver las transmisiones de lo que estallaba a lo largo de todo el país. Luego de un poco más de un año de eso, creo que -impulsadas también por la censura acéfala de las autoridades- las artes visuales han tenido un rol protagónico interpretando el sentir de las personas. Observo que hay interés, inquietud y, a veces, fascinación de ver el arte como una herramienta de cohesión social. Es un paso enorme que creía imposible hace poco más de un año. Porque en Europa o Estados Unidos existe esa inquietud de las personas por las  artes, existe un arraigamiento por los lenguajes visuales y, por cierto, vivir de ello es más factible. Si bien aún estamos lejos de los estándares filantrópicos o estatales del hemisferio norte -que permiten un desarrollo asombroso- y la administración actual nos mantiene en el desamparo y mediocridad, estoy seguro de que, procesos como el que vivimos, son capaces de transformar la percepción para cambiar una realidad desgastada, elitista y fome.

-¿Cómo ves la figura del curador en las artes visuales?

-Es una especie en peligro de extinción. O, quizás, ya está extinta y solo vemos algunos ejemplares taxidermizados en las vitrinas de sus propias galerías para autoexhibirse a modo de testimonio de época. El tiempo que me tocó vivir ha visto ese cambio. Nunca tuve suerte con el arte o con los curadores. La escuela de Bellas Artes me marginó a los 18 años y los curadores, con ocasiones en extremo esporádicas, no me han tomado en cuenta. Escucho un podcast entre Jörg Heikaus (de Helium Cowboy en Hamburgo) y Johnathan LeVine (de la galería de su mismo nombre en Manhattan). Ambos hacen un recorrido por su pasar como curadores en el mundo del pop surrealista y otros estilos de principios de este siglo. Coinciden en que el privilegio de gatekeeper (portero) hacia el mundo del arte, que alguna vez fueron, se ha diluido entre plataformas como Artsy o, incluso, Instagram. Que la fidelidad de los artistas hacia su galerista es ilusoria y que los grandes compradores han optado por dejar la galería para llegar hasta el taller. Talvez lo importante sea saber cuál fue el rol de los curadores y curadoras para entender qué será una curadoría desde hoy hacia el futuro. Pero lo que está claro es que la posibilidad de los artistas para manejar sus audiencias a través de las redes ha rendido, al menos en mi caso, mayores utilidades que confiar en otra persona dicha gestión. De todos modos, quiero dejar en claro, que respeto el rol del curador o curadora, así como creo que una fiesta con DJ es muchísimo mejor que una lista aleatoria, subordinada a un algoritmo mercantilista de Spotify. Pero creo que aún no hemos visto el resurgimiento de ese personaje articulador, la carta del mago en el tarot, para los locos, ermitaños, aventureros y creadores.

-¿Cuál es el truco del arte comercial, en que se sostiene?

-Nunca he logrado ser un buen comerciante. A veces, cuando alguien viene a mi taller, acabo regalándole obras. Pero creo que el arte comercial es aquel que logra conectar una gran audiencia, o un nicho específico, asociando sensibilidades habituales que no requieren de una reflexión demasiado profunda. Algo así como lo que es el teatro versus una teleserie. En “Estado vegetal”, de Manuela Infante, se tocan ideas como la relación de los seres humanos con el mundo vegetal, el micelio, la muerte o la vida desde una serie de monólogos inmersos en un mundo oscuro que se ilumina de verde y se viste de hojas. ¿Podemos esperar una reflexión de esa sutileza en la materia gris de un grupo de ejecutivos de un canal de televisión? O bien, llanamente, nos encontraremos con una historia de amor entre una joven ecologista y un empresario minero que, al final de la temporada, sellarán su amor, olvidando el medioambiente y cualquier problema estructural o extractivista, en una fiesta de matrimonio donde todo el elenco está invitado. He estado pensando mucho en aquellos artistas de la élite criolla. ¿En cuánto tiempo más veremos sus creaciones en torno a lo que fue el estallido social? ¿Cuánto tiempo hace falta para que las heridas en los ojos de los manifestantes queden olvidadas? ¿Para que esta nueva rabia, nueva lucha de clases, quede inmortalizada en las paredes de la sala de reuniones del comité ejecutivo de algún banco en el barrio El Golf o, incluso, en una AFP? Parte del truco es, probablemente, disolver, disgregar o disipar cualquier método dialéctico de leer las realidades en una fuerza de contrastes fútiles o sin sentido.

Coordenadas

Qué: Inauguración de la muestra “Fina selección”, exposición colectiva con obras pertenecientes a la Colección Perrera Arte y artistas invitados.

Cuándo: Viernes 20 de noviembre de 2020, a las 20 horas. La exhibición se extenderá hasta el 31 de marzo de 2021, con horarios segmentados de público de martes a sábado y visitas guiadas para grupos reducidos de asistentes de acuerdo a los protocolos sanitarios y el autocuidado obligados por la pandemia del coronavirus.

Dónde: Centro Experimental Perrera Arte, Parque de los Reyes s/n, Avenida Balmaceda entre Bulnes y Cueto. El amplio recinto de 1.250 metros cuadrados ofrece condiciones para una adecuada apreciación de las obras con el debido distanciamiento social.

Colección Perrera Arte: Paola Vásquez, Zaida González, Romina Vaccaro, Rocío Arancibia, Giovanna Ruz (San Vicente de Tagua Tagua), Héctor León, Carlos Leppe, Antonio Becerro, Tomas Ives, Pedro Lemebel, Gonzalo Díaz, Paulo Cuello Almonacid (Concepción), Mario Paté Ibarra (Valparaíso), Jardín Infantil Parque de los Reyes+Becerro, Pikoenelojo Stencil, Nelson Garrido (Venezuela), Claudio Correa, Edward Rojas (Chiloé), Juan Castillo y Samuel Domínguez. Músico invitado: Fincher

Ingreso: La entrada es liberada previa inscripción en el correo electrónico perreraarte@gmail.com

Estacionamiento gratuito.