Teaser de “Poltergeist”, el primer simple de Fincher, un músico de tonalidad ausente

Por Antonio Becerro

Chris es un músico independiente, uno más de esta ciudad, como otros miles de talentos invisibles que se las arreglan como pueden para que la fantasía no desaparezca, para sostener su obra dignamente.

Él se mueve principalmente entre la comuna de Puente Alto, donde se encuentran estudios de grabación a bajo precio, y Santiago centro. Lo conocí en el patio norponiente de Perrera Arte antes de que pusiéramos la reja perimetral, a comienzos de la pandemia, en 2020.

Lo divisé un día fotografiándose afuera de Perrera Arte. Yo venía llegando del sur, de la isla de Chiloé. Entre otras cosas, yo venía con la cabeza atacada de ideas, como la búsqueda de la belleza, el crearse a uno mismo y la imagen de espermatozoides acechando el óvulo. Traía también como secreto un par de nubes en los bolsillos, que cuidaba con especial atención para que no se arrugaran.

El visitante me contó que no se trataba de fotos comerciales, que eran para hacer una mejor promoción de su música con una imagen más pro para promocionarse en las redes sociales. El músico parecía un vampiro, tenía y tiene una tonalidad ausente y un color a papel blanco sin escribir. Su piel es extrañamente marmoleada, sin pigmento. Se parecía a la montonera de mis maniquíes pálidos que colecciono y restauro, lo cual me cautivó. Lo invite a conocer el palacio por dentro.

Chris, conocido por su proyecto musical Fincher, es como la mayoría de mis amigos: está un poco loco y un poco cuerdo. Son niños inquietos más que adultos comunes. Durante toda mi vida fui enemigo de los adultos y no dejé que se me acercaran bajo ningún motivo los seres histéricos, complicados, egocéntricos derrotados, comemierdas que creen lucir una moral intachable, almas tercas paralizadas como el cerebro de un moái. Por el contrario, Chris refleja algo de su alma expuesta arrojada en ese cuerpo deslavado, enjuto de carnes, como cuando tiendes la camiseta blanca en el colgador de secado y te das cuenta que se encogió en la lavadora. Admito que lo escogí por el color de su piel, fui racista, por su tonalidad inquietante y su alma onomatopéyica. Me agradó que fuera músico.

Con el tiempo empatizamos en el arte y comenzamos a tejer una amistad durante el invierno, confinados por la pandemia. Compartimos música, largas conversaciones, café, agua y vinos en la terraza del palacio cobijados al fuego del horno de barro que habíamos construido para vender pizzas artesanales con una receta que me enseñó una nona cuando estuve en Sicilia, Italia. Era una de las formas que nos inventamos para sobrevivir a la crisis y mantener el fortín cultural.

Cada vez que Chris nos visitaba me daba la impresión que su piel tenía menos pigmento, como si se hubiese decolorado o maquillado con pasta blanca. A menudo compartimos el contenido de nuestras obras y analizábamos las tendencias de moda en la música actual en Chile y el mundo. Incluso fuimos un poco más allá: le propuse recuperar, restaurar y mejorar el audio de un tema que compuse en los años 90, que llevaba por título “La familia infernal”. Es un hit con letra y música que desenrede de manera autodidacta, sin tener conocimientos del eximio arte de hacer una composición musical.

Al poco andar de nuestra amistad, nos vimos de repente con mascarillas arriba del Metro rumbo a la comuna de Puente Alto, lugar donde Chris consiguió un estudio de grabación. Atravesamos todo Santiago para ir a restaurar esa vieja cinta. El tema contiene una letra que es poéticamente decepcionante, una mirada real y visionaria del Chile que se vive hoy, de la decadencia precipitada, con estrofas de una melodía un tanto gótica, una especie de música de catedral, una misa apócrifa. Bueno, cómo no, si nació justamente a la sombra y la luz de la catedral que es Perrera Arte. Valía la pena el maldito viaje en Metro, que para mí era una eternidad. Fue como ir a un pueblo de mierda en condiciones apocalípticas de fin de mundo.

Entre ordenar, limpiar, cocinar, lavar, jardinear y conversar salió de esa amistad la recuperación de “La familia infernal”, que trajo como bonus track una de las canciones más desconocidas de Violeta Parra cantada en quechua, la participación de Chris como espectro para la video-instalación “Distancia social” y ahora la producción y grabación de un video para el simple “Poltergeist”, una realización que tuvo costos, aportes y voluntades de los amigos. Es un tema apropiado para los movimientos, sonidos y desplazamientos involuntarios que ocurren con las cosas y los espectros que con gracia se mueven a pesar de su corazón herido, lo que algunos llaman los fenómenos paranormales de Perrera Arte y sus epifanías.

He aquí un teaser como adelanto de “Poltergeist”, que saldrá a mediados de mayo.