Samuel Domínguez: “Antes de que naciera la luz, antes del Big Bang, había negro”

Por Héctor Muñoz

Tal como lo relata en esta entrevista, no cuesta imaginar al pequeño Samuel Domínguez dibujando toda la noche, hasta el amanecer, en el taller de su papá pintor y es fácil verlo también simulando un visor con sus manos e imitando el ruido de un helicóptero para saber si una obra tiene atmósfera o no, tal como se lo recomendaba el aludido Pablo Domínguez (1962-2008), un talento entrañable y lúdico que a mediados de los años 80 se paseaba por la Facultad de Artes de Las Encinas con un viejo gorro de piloto, como si fuese un pionero de la aviación.

Samuel Domínguez es parte ahora del colectivo Crudo, que integran también Camila Baeza, Paula Izquierdo, Isidora Kauak, Paz Sandoval y Edita Vásquez, quienes presentan en el Centro Experimental Perrera Arte su primera muestra colectiva, “Lusbérrido”, una palabra que no está en el diccionario de la Real Academia Española de la lengua, que es una invención que une los conceptos de luz y berrido, que según la propia RAE es la voz del becerro, el ciervo, el elefante y otros mamíferos, pero también es el llanto fuerte y desaforado de una persona, habitualmente un niño.

“Al ser Crudo un proyecto nuevo, lo interesante es que hay más futuro que pasado. Usualmente el artista lleva una carrera bastante solitaria y aislada en términos creativos, pero eso cada vez se está acabando más y los límites se están abriendo”, sostiene Samuel Domínguez.

-¿Qué presentas en esta exposición?

-Lo que muestro es casi totalmente inédito. Sin lugar a dudas lo conceptual de la obra se mantiene de mi trabajo previo, con pequeños giros, evidentemente, pero lo formal es algo nuevo que nace al intentar adaptar las pre-concepciones de obra a un espacio específico, como lo es la Perrera.

-Al observar tu trabajo se aprecia un rápido paso desde el dibujo más natural y colorido hasta imágenes serializadas en blanco y negro e instalaciones de pulcra y acotada iluminación. ¿Cómo describirías este recorrido y cuáles serían los puntos de inflexión que hubo en este proceso?

-Eso creo que responde a mi acotada trayectoria. Probablemente pasa con cualquier artista que, al entrar a estudiar artes visuales, experimenta nuevos intereses e interrogantes. Al paso de unos años eso se va definiendo para, finalmente, dar con una obra más personal. En mi caso, creo que la primera etapa viene a ser influencia directa de mi padre, Pablo Domínguez. Esto fue antes de estudiar. Pasábamos largas horas de la noche pintando y divirtiéndonos. Yo aprendiendo de él a manejar los colores, las sombras, las pinceladas, las mezclas y el cómo mirar. En ese entonces podíamos sin ningún problema trasnochar hasta las nueve de la mañana, las horas pasaban volando. Pero eso acabó, entré a la universidad, nacieron nuevos influjos y se desarrolló una veta más individual en mi trabajo. Creo que desde ahí es posible leer una línea mucho más continua en mi obra hasta hoy en día, pero siempre al alero de lo que vino antes. Acá mi madre, Paula Zegers, surgió como otro pilar fundamental que ayudó a afirmar mi trabajo. Pero me comenzó a interesar el volumen, aunque creo que siempre estaré influenciado por ese instinto primitivo de pintar.

-En tus últimas obras se alude al negro como condición científica y a toda una serie de fenómenos asociados a ello. ¿Cuáles son las lecturas o presupuestos de la física que han despertado o fundamentado esta reflexión?

-En primer lugar, el negro me interesó como una especie de contención máxima del color. Esa idea de contención que remite a todo y a nada al mismo tiempo. ¿Pero cuál era, entonces, el sentido de hacer esculturas remitiendo al negro? Bueno ahí pasa lo siguiente. Resulta que tiene dos principales aristas; la primera es una perceptiva, pues para que el ojo humano pueda percibir un volumen, es necesaria la luz. Y bueno, en teoría, un negro absoluto que pudiese absorber el ciento por ciento de la luz no sería posible percibirlo sino mediante el contorno. Así se ve que es una especie de negación del volumen, al presentar una oposición ontológica entre la tridimensionalidad y el concepto del negro. En segunda instancia, tiene un sentido histórico, ya que el negro se presenta como un concepto originario, es lo más antiguo que existe. Antes del Big Bang, había negro, mucho antes de que naciera la luz. Y yo lo vuelvo a presentar como algo relevante hoy, nuevamente a través de la oposición, pero ahora en relación a la historia.

-Tú estudiaste arte en el extranjero y luego has completado esos estudios en Chile. ¿Qué sería lo distintivo de ambas circunstancias?

-Ambas partes tuvieron un gran aporte en mi carrera. Si bien en Chile me ha sido posible establecerme en el circuito, en Estados Unidos pude aprender una infinidad en un corto plazo. Fue allí donde creo que surgió una especie de impulso por querer unificar la escultura con el modelo audiovisual; estaba en clases con el escultor David Brooks, heredero del arte site-specific, y en imagen en movimiento estuve con la destacada Stephanie Barber. Me parecía que a la tradición del site-specific le faltaba algo que no se había considerado, lo cual tuvo fruto al estudiar de cerca los conceptos que rodean el mundo del cine. Creo que desde ese momento hasta un futuro seguiré intentando dilucidar esas conexiones, que vinieron a plantearse en primer lugar cuando el video-arte irrumpió en la escena de la artes visuales, pero siempre se vio como una disciplina nueva y segmentada. Sin embargo, fue en Chile cuando realmente comencé a trabajar con esa idea, la cual está recién saliendo a flote, pero ya se puede ver en mis últimas obras, quizá de finales de 2017 hasta ahora.

-Ahí aparece “Rats”, un video bastante libre y performático. ¿Eso sería como otro hemisferio de tu producción?

-Es que “Rats” fue mi primer acercamiento al video-arte, el cual tuvo una evidente influencia de las primeras manifestaciones de esta disciplina en términos históricos. Lo que hice fue construir una escenografía que cita a una escena del cine. En ese entonces se estaba mostrando esa obra en CICA Museum en Corea del Sur. Pero claro, ¿cómo entender la escultura luego de que el cine irrumpiera en las artes visuales? Eso lo comencé resolviendo al crear una instalación (“Digital Modules”) que funcionaba mediante un guión. Situaciones pasaban en determinados momentos; se encendían luces, emergía humo, un objeto flotaba, etcétera. Todo eso responde a esa búsqueda que es eminentemente del cine. Por eso en un principio aparecieron ambos “hemisferios”, como tú les llamas, de forma un poco más separada. Pero eso se ha ido fundiendo y no son más que lo mismo.

-¿Hay algún consejo de tu padre que jamás se haya borrado y siempre esté presente en tu trabajo artístico?

-Casi el ciento por ciento de mis conocimientos acerca del entendimiento de lo pictórico vienen de ahí. Pero bueno, anécdotas y consejos hay miles. En este momento recuerdo que, cuando una pintura estaba casi acabada, él me decía que había que hacer una especie de tubo con la mano, como un visor, y mirar la obra desde ahí mientras se hace un sonido de aspas de helicóptero con la boca. Es una forma de comprobar que haya atmósfera, de que puedes sentirte dentro, pero desde una perspectiva muy contemporánea: el vuelo de un helicóptero. Usualmente eso no es algo que un escultor haría, probablemente; aunque yo sí lo hago. Por eso te comentaba que siempre tendré un tremendo influjo por la comprensión del arte desde la pintura.

Coordenadas

Qué: Gran clausura de “Lusbérrido”, exposición de estreno del colectivo Crudo, integrado por jóvenes egresados de la Universidad Finis Terrae.

Exponen: Camila Baeza, Samuel Domínguez, Paula Izquierdo, Isidora Kauak, Paz Sandoval y Edita Vásquez.

Cuándo: Miércoles 12 de septiembre, a las 20.30 horas.

Dónde: Centro Experimental Perrera Arte, Parque de los Reyes s/n, Avenida Balmaceda, entre Bulnes y Cueto.

Informaciones: 22-682 10 92

Entrada liberada. Estacionamiento gratuito.