Rosario Carvajal: “El Museo de la Memoria parece pensado para un circuito turístico”


Mauricio Díaz
El Confesor
Escritor fantasma.
Los que vivimos en el barrio Yungay la conocemos desde siempre y por cierto que hoy nos cuesta decirle “señorita concejala”. Pero habrá que acostumbrarse, porque luego de muchos años de luchas por el barrio, el patrimonio y las celebraciones ciudadanas, como el Día del Roto Chileno y la Fiesta de la Primavera, Rosario Carvajal ha llegado por elección popular al Concejo Municipal de Santiago. Nos encontramos a la vuelta de la esquina y hablamos sobre las causas, las viejas y las nuevas causas.
-¿Sentiste alguna vez que serías la eterna candidata al Concejo Municipal, que jamás lograrías el objetivo?
-Este era el segundo intento por llegar al Concejo Municipal de Santiago, era difícil porque la nuestra es una alternativa autogestionada, vecinal, que no cuenta con recursos más que lo que pudo aportar cada vecino y trabajando con voluntarios. Este triunfo es la expresión de un trabajo de 12 años en el territorio, en el resto de la comuna y a nivel nacional con vecinos que, al igual que nosotros, están defendiendo el patrimonio como forma de vida. Fue difícil porque había que enfrentarse a las grandes maquinarias de la elite política, que instala candidatos ajenos a la comuna, preferentemente de la zona oriente de la Región Metropolitana; una se ve enfrentada a esas tremendas maquinarias de poder. Pero la gente valoró que yo soy nacida y criada en el barrio Yungay, que nosotros no llegamos a prometer, que llegamos al Concejo Municipal a consolidar un trabajo que tiene trayectoria. Incluso nosotros presentamos un programa, el resto no presentó programa. Antes nos tenían en la calle, ahora nos tendrán en el Concejo Municipal.
-¿Tú crees que esa es la señal política más fuerte de tu llegada al Concejo?
-Absolutamente, que sea independiente, que no hayamos tenido el apoyo de ningún rostro, ninguno de los dos diputados de esta zona nos apoyó, ningún partido grande. Fuimos en un pacto llamado Poder Ecológico y Ciudadano.
-¿Están conectados con Revolución Democrática, el Movimiento Autonomista o son totalmente aparte?
-Totalmente aparte, insisto. Acá no hubo apoyo de ningún diputado, de ningún rostro, más que los rostros del carnicero, del peluquero y de los vecinos. Y eso fue lo que quisimos presentar también: que esta era una campaña ciento por ciento vecinal.
-¿Tendrás algún grado de coordinación con Natalia Contreras, electa por Revolución Democrática?
-Eso esperamos. A la Natalia la conocí en un foro, no tiene trayectoria de organización, por lo menos conocida. Una aspira a una coordinación, hay orígenes y trayectorias distintas, pero aspiramos a hacer un frente común.
-¿Cómo visualizas el trabajo con el nuevo alcalde Felipe Alessandri?
-Se ve complejo, pero no queremos cerrar puertas. Queremos tener un diálogo para aclarar las posturas. No solo de él, sino del resto de los que integrarán el Concejo. Del antiguo Concejo repostularon seis, pero quedó uno. Tenemos que saber quién es quién, cuáles son las posiciones de cada uno. Creo que las mismas dificultades que encontramos con Carolina Tohá probablemente las tendremos con Alessandri. Porque tuvimos en Tohá una gestión que hablaba mucho de participación y mucho de patrimonio, pero en lo concreto no había tal cosa. Queremos que se gestione el poder local desde otra perspectiva, empoderar a los funcionarios y al municipio en cogestión con las comunidades para buscar soluciones y ejecutar proyectos en conjunto.
-Este año el Día del Roto Chileno, el 20 de enero, presentó una cara más deslavada en comparación al anterior: sin carnaval, sin grandes shows, sin masividad. ¿Será esa la tónica el próximo año?
-Lo único que se modificó fue el tema del carnaval, que nos encanta, pero nunca tuvimos el apoyo de las autoridades para contener la cantidad de gente que viene. Si no hay carabineros para cortar el tránsito, estamos nosotros como vecinos haciendo esa labor e imagina que viene un bus del Transantiago y atropella a un niño, ¿de quién será la responsabilidad? Para evitar ese tipo de situaciones, entre todas las organizaciones se acordó que se suspendía el carnaval, pero el resto fue todo igual.
-¿La misma lógica para la Fiesta de la Primavera?
-La misma lógica. Todos los territorios tienen capacidad de carga, no queremos que la carga se vea sobrepasada y que en definitiva vaya en contra de los objetivos que nos hemos propuesto. Es decir, que la fiesta, como ejercicio ciudadano, sirva para fortalecer los lazos asociativos del territorio.
-¿Esas fiestas las piensan expandir por otros barrios?
-En los otros territorios también hay Fiesta de la Primavera, pero nosotros no queremos replicar lo que hace Yungay, porque cada territorio tiene características distintas. Más bien apostamos a que Yungay sea una fuente de inspiración y que cada territorio tome esa fuente de inspiración y la aplique de acuerdo a sus características. Una vez intentamos hacer una mega fiesta en Matta y no resultó. Matta tiene otros ritmos, otra dinámica. Yungay no es Matta, no es San Eugenio.
-Otro evento que se hizo en el sector fue “Espacios revelados” y hubo muchas críticas porque se planteó desde las elites, desde una suerte de aristocracia artístico-empresarial, con poca participación de los gestores culturales del barrio.
-A nosotros se nos presentó ese proyecto y tengo entendido que, como actor importante de “Espacios revelados”, estaba la gente de Nave. Nosotros apoyamos porque nos interesa que siempre las iniciativas se conecten con las organizaciones vecinales y necesidades del territorio donde van a operar. Creo que algunas cosas se lograron y otras no. Lo que nos interesa rescatar como experiencia es que Nave como institución se vincula con el territorio y eso sí se ha logrado. Y yo he visto más esfuerzos de vinculación de Nave con el barrio Yungay y el resto de la comuna de Santiago que, por ejemplo, del Museo de la Memoria, que está aquí hace siete años y que nosotros vemos más pensado para un circuito turístico que como una entidad integrada al territorio y sus organizaciones vecinales, colegios. Allí se invirtieron millones, mientras sitios de memoria cercanos están abandonados: como el puente Bulnes o el Estadio Víctor Jara, o el mismo INBA (Internado Nacional Barros Arana). Si los vecinos hubiésemos tenido la oportunidad de decidir qué se construye ahí, estoy segura que el Museo de la Memoria no era la prioridad. Para los vecinos es de mucha más prioridad la ampliación del hospital San Juan de Dios. Uno podría afirmar que se nos instaló la prioridad del Museo de la Memoria.
-Suele haber muchas quejas de vecinos y organizaciones culturales del barrio contra la burocracia y hasta el ninguneo del municipio frente a proyectos de carácter cultural que ellos levantan. ¿Cuánto margen tendrás para contribuir a cambiar esta situación?
-La mayor función legal de la concejalía es fiscalizar y convertirse en el vínculo del municipio con los vecinos. Ahora, por supuesto, nosotros queremos hacer mucho más que eso: hacer que la concejalía puede generar nuevas prácticas y que sea un agitador de movilización en la comuna. Creemos que siempre es posible correr un poquito el límite del marco legal que determina nuestra función. Y ese desafío demandará un fuerte compromiso, de hecho hoy día empezamos a trabajar, aunque asumimos formalmente el 6 de diciembre. No queremos perder ni un segundo. Esto ha sido ascendente: primero fue la constitución de la Junta de Vecinos; luego, fue llegar al Consejo de la Sociedad Civil. Ha sido un ejercicio permanente de estos vecinos de poner el pie en la puerta frente a una autoridad que quería avasallar. Por supuesto que yo sola no lo voy a lograr. Hay que generar alianzas políticas no solo con quienes comparten nuestras ideas en el Concejo Municipal, sino que con gente que políticamente es de signo distinto pero que está dispuesta a apoyar ciertas iniciativas, y esperar que expresiones de este movimiento vecinal tomen más poder en las próximas elecciones.