Rodrigo Contreras: «Chile es tan raro que el cine documental le queda bien»

«Chollywood», el documental que tuvo su preestreno en el Centro Experimental Perrera Arte, tiene dos directores, Rodrigo Contreras y Nicolás García, y un tercer socio, el músico y sonidista Gastón Norambuena. Se conocen desde hace tiempo, han trabajado en diversos proyectos juntos y para esta película, que aborda la tradicional Fiesta de La Tirana, que se celebra todos los meses de julio en medio del desierto de Atacama, optaron por lo más sano: metieron la mano a sus respectivos bolsillos y se lanzaron en la producción completamente independiente de este filme que esperan estrenar en 2016 en la Cineteca Nacional para luego iniciar el largo recorrido por los festivales. «En general, hacer cine en Chile sigue siendo extremadamente difícil», reflexiona Rodrigo Contreras («A mano limpia», «Paiote»), quien habla aquí de esta nueva propuesta «que no pretende develar grandes verdades ni imponer una mirada antropológica».

-¿Cuándo parte el proyecto «Chollywood»?

-El proyecto nace gracias a la serie para televisión «Paiote, música y carnavales del norte de Chile». Esta serie estaba financiada por el Fondo de la Cultura 2012 y yo dirigía junto a Gerardo Quezada. Nicolás García era el director de foto y Gastón Norambuena el sonidista. El primer capítulo era la Fiesta de La Tirana y todos los que estábamos ahí quedamos sorprendidos por lo que se generaba socialmente, ya que nuestro conocimiento de La Tirana era simplemente “turístico”. Para mí, personalmente, era una fiesta religiosa llena de fanáticos que bailaban disfrazados de “diablos”. A pesar de que la serie era financiada, la producción era súper precaria y nuestros contactos eran personas que vivían en el norte, conocidos de amigos de Santiago. Desde ahí pudimos darnos cuenta que el sincretismo de las fiestas del norte era algo maravilloso; la música, las costumbres, la religiosidad, lo indígena mezclado con lo moderno, etcétera. Toda esta nueva visión de Chile fue lo que nos llevó a hacer «Chollywood».

-¿Cómo se asignaron los roles, por qué tuvo dos directores?

-Fue algo natural, aparte de hacer la serie «Paiote» juntos, con Nicolás veníamos trabajando hace rato. Nos conocimos en la Escuela de Cine, él fue el director de foto de “A mano limpia”, un documental que hicimos sobre el Club México y que estuvo en competencia nacional en Fidocs y Valdivia. Después de esa experiencia nos gustó la idea de seguir trabajando juntos. Gerardo Quezada, que también era compañero de la escuela, me invitó a dirigir «Paiote» y a Nicolás a hacer la cámara. Para la serie invitamos a trabajar a Gastón Norambuena, que era amigo de Nicolás y desde ahí nació todo para armar «Chollywod». Más que un trabajo autoral fue un trabajo comunitario: Nicolás y yo fuimos los creadores de la idea y cada uno ocupó el rol que más le acomodaba. Ambos dirigiendo, Nicolás haciendo la foto y yo el montaje. Gastón, como músico, se encargó de dirigir toda la sonoridad de la película.

Imágenes: fotogramas de «Chollywood»

Chollywood 7

-¿Cómo financiaron el documental?

-«Chollywood» es una película totalmente independiente. Nació de la investigación para una tesis de la carrera de cine documental en la Academia de Humanismo Cristiano. Esta tesis nos sirvió como pre investigación para producir la cinta, etapa que fue financiada por completo entre Nicolás, Gastón y yo, al igual que la posproducción final.

-¿Hay algo que haya quedado fuera de la película que les gustaría contar?

-No, creo que con «Chollywood» no se intenta develar grandes verdades ni imponer una mirada antropológica de la fiesta. Es más bien una propuesta narrativa, estética y musical sobre un Chile poco explorado.

-¿Cómo observan el presente del cine documental en Chile?

-Chile es un país tan raro, que el formato documental le queda bien. Estos últimos años, gracias a distintas organizaciones como ChileDoc, nuevas salas de exhibición o festivales de cine de todo el país, se han estrenado películas chilenas realmente interesantes. «Surire», «La once», «Chicago Boys», «Crónica de un comité», etcétera, son el claro ejemplo de que el documental chileno está tomando su lugar con nuevas formas y relatos. A pesar de esto aún falta por hacer: el Estado tendría que darle una preocupación mayor al contenido artístico que se realiza en el país, entregando más financiamiento en etapas tempranas, como la investigación. En general, hacer cine en Chile sigue siendo extremadamente difícil si queremos ver la actividad de forma profesional.