País Violento: “La gente está cachando que lo experimental puede ser bailable”


Emilia Duclos
Periodista
Emilia Duclos
Periodista, integrante de revista Córtela.
Hace un año que los hermanos Noguera lanzaron su proyecto musical País Violento con la idea de incursionar en la música electrónica y recopilar las composiciones que juntos han realizado para distintas piezas teatrales. Damián -27 años, músico y licenciado en literatura- y Diego -34 años, compositor y actor- se presentaron en vivo L’Arts 2017 en la Perrera Arte, en el tercer concierto que han dado desde que comenzó la agrupación, que integran además Orlando Guerrero y Daniel Marabolí.
-¿Cómo fue tocar en un escenario como la Perrera?
Diego: Fue súper importante para nosotros, porque era un lugar en el que hace rato que queríamos hacer algo. Es un centro de experimentación y un lugar muy emblemático en donde existe esta idea de las artes mixtas, que es algo que a nosotros siempre nos ha llamado la atención. La Perrera tiene una energía histórica importante y cuando uno está en su escenario esas cargas se hacen sentir. De experiencias así uno aprende mucho, son cosas que uno ve y absorbe y que influyen en el mismo concierto.
-Hicieron bailar a la gente…
Diego: Debe ser lo mismo que para un humorista cuando un público se ríe: para nosotros es fundamental ver a la gente bailando.
Damián: Desde el principio pensamos en el baile como algo esencial en nuestra música y que sucedieran cosas con ese baile, que se experimentaran emociones. Si es que están bailando es porque algo está funcionando, porque hay comunicación.
-El disco que presentaron se llama “Tagadá” y alude en varias de sus canciones a movimientos telúricos. ¿Cómo desarrollaron esta idea? ¿En qué se relaciona con el nombre del grupo?
Diego: Tagadá es este juego típico chileno que consiste en un piso que se mueve con música. Vivimos en un territorio donde el suelo literalmente está en movimiento, hay temblores y terremotos, en cualquier momento las cosas se caen. Nos pareció súper interesante este concepto porque de alguna u otra forma hemos conversado harto sobre el tema de los temblores, del terremoto, del territorio en donde vivimos, de las características de nuestro hábitat.
Damián: Hay una cierta adrenalina en que todo se mueva debajo de ti. Todas las construcciones que hacemos se sostienen en este suelo inestable que te hace recordar cada cierto tiempo que no estás bien parado.
Diego: Y todo se mezcla un poco con País Violento, aunque no hay una conceptualización tan concreta tampoco. Hay una violencia en un piso que se mueve, pero no necesariamente una violencia negativa, sino que tiene que ver con vivir en un país con una geografía compleja. Y también hay un punto de vista desde lo cotidiano, de lo que es vivir en Santiago de Chile.
Damián: Pablo Paredes, poeta y dramaturgo, fue parte importante de la conceptualización, y mientras trabajábamos los tres haciendo las letras, descubrimos cosas nuevas de la música que en el proceso de componerla no las habíamos descubierto. Apareció todo un relato de las canciones que de repente calzaba, no sé cómo, y fue un proceso muy bonito.
-¿Cómo fueron confluyendo ustedes dos, con distintas disciplinas, en este proyecto musical?
Diego: Teníamos gustos musicales similares y teníamos todo el material musical de las obras en las que habíamos trabajado, que es bien experimental. En algún momento nos juntamos y dijimos “¿qué pasa si toda esa investigación sonora intentamos llevarla a un formato más pop, con un ritmo definido?”. Ahí nos pusimos a trabajar y empezamos a ver cómo se hacía todo eso.
Retrato principal: Gonzalo Donoso
Galerías fotográficas: Camila Sánchez Andueza y Gonzalo Goya
-¿Habían trabajado antes con sintetizadores análogos o es la primera vez que incursionan con estos instrumentos?
Damián: No, empezamos con este disco. Habíamos trabajado procesando instrumentos como piano, bronces y percusiones, pero todo el mundo de los sintetizadores análogos no lo conocíamos.
Diego: Compramos sintetizadores nuevos y comenzamos a usar el Octatrack, que es un sampler a tiempo real que toca Damián en vivo. Eso fue bien relevante para la construcción del disco.
Damián: Fue a través del Octatrack que hicimos toda la experimentación electroacústica también. Por ejemplo, en muchas canciones grabamos instrumentos desafinados, que fueron secuenciados digitalmente para lograr sonidos difíciles de hacer en la forma tradicional. Secuenciábamos digitalmente un piano y lo hacíamos sonar de una forma imposible para un pianista, o hacíamos pasar la voz del Diego por el Octatrack y armábamos toda una melodía nueva. Nos gusta generar estos extrañamientos del sonido.
Diego: Nos gusta que se mezclen varios mundos sonoros en la puesta en escena, pero al mismo tiempo nos gusta que sean reconocibles y que cada uno cumpla su función. Tratamos de usar lo digital solamente para lo que el mundo análogo no puede hacer. Básicamente no nos gusta emular lo análogo a través de lo digital. La gente talvez no se da cuenta de esto, pero sí se nota un sonido más particular de una u otra manera.
-¿Esta decisión de hacer música electrónica de forma análoga tiene que ver también con una propuesta performática en el escenario?
Diego: Absolutamente. Somos cuatro en el escenario, cada uno con sus máquinas tocando en vivo. No estamos arriba con una caja negra sin que se sepa qué cresta estamos haciendo. Y todos los errores que puedan llegar a ocurrir, van a pasar, eso es lo desafiante.
Damián: Uno arma todo de tal manera que sea lo más en vivo posible y uno puede equivocarse. Es brígido, es mucha coordinación.
-¿Cómo ven la escena de la electrónica en Chile?
Diego: Yo creo que aún la música electrónica se asocia a un género, o se asocia al tecno, pero la gente que conoce un poco más tiene claro que no y cada vez se sabe más que en realidad el espectro de lo electrónico es muy amplio.
Damián: Y también pasa que el mundo de lo que es electrónica y lo que no cada vez es más difuso y me gusta que eso pase. Es cada vez más ambiguo, incluso desde los instrumentos que se están produciendo, que tienden a mezclar lo acústico con lo electrónico.
Diego: El boom de la producción de sintetizadores en el mundo en estos últimos cinco años es impactante y eso tiene que ver con requerimientos también, así como antes se compraban guitarras ahora se compran sintetizadores. Y la gente también está cachando que lo experimental puede ser bailable.
-¿Qué planes hay para este año?¿Tienen próximas fechas?
Diego: Estamos tratando de armar redes con otros músicos. Creo que relacionarse con otras bandas es fundamental y siempre hemos pensado en eso, en armar instancias para tocar con otra gente.
Damián: Cuando empezamos con la idea de armar una banda lo que queríamos al principio no era una banda, sino hacer un concierto, con música original nuestra, y todo derivó en que hicimos un disco primero. Los conciertos siempre son un tema importante para nosotros. Nuestro proyecto fue pensado para presentarlo en vivo porque nos gusta que sea una experiencia. El espacio en vivo es de colaboración y de un montón de cosas estéticas que confluyen, como las luces, la disposición del público, el sonido. El disco también tiene un relato, un inicio, un desarrollo y un final bien concreto para nosotros y queremos que se transmita ese arco emocional cuando estamos tocando.
Diego: Tenemos fechas para ahora en julio, para agosto y en Nave, a fin de año, vamos a hacer una residencia para generar un concierto con toda una investigación en luces y sonido. La idea de Nave es que podamos generar esas experiencias que dice Damián, como lo que hicimos en Teatro del Puente en diciembre, en donde trabajamos con Claudia Yolin, que es una diseñadora-iluminadora y nos hizo toda una puesta en escena con iluminación súper original, con la gente alrededor de nosotros, era otra cosa. La idea de Nave es hacer lo mismo, hacer toda la investigación entre luces y música, de eso se trata la residencia.