Pikoenelojo: «Trato que el stencil funcione como crónica urbana”
Pikoenelojo Stencil perdió la relación del número de trabajos que ha realizado en su carrera como artista callejero de Santiago norte, el barrio Yungay y, a veces, Santiago sur. “Al principio trabajé con un par de amigos que me ayudaban en el cortado y pintado de los stencils, pero hoy trato de ser autosuficiente porque me muevo con mis propios tiempos”, explica.
-¿Cuándo empezaste a firmar como Pikoenelojo Stencil?
-Hace un año aproximadamente. Pico en el ojo es una frase común, de un tono vulgar, que se utiliza para señalar una estafa, un engaño. Siento que mi trabajo es denunciar la estafa, el engaño, el atropello.
-¿Recuerdas tu primer stencil? ¿Qué diferencia hay entre ese trabajo y los actuales?
-Hice un stencil con solo una plantilla, que utiliza como base el signo de tránsito de hombres trabajando, ese en que el obrero aparece con una pala. A esa imagen le agregué una mano con un látigo golpeando al obrero. Hoy sigo la misma línea, pero suelo ocupar varias plantillas.
-¿Qué es lo más complejo del stencil?
-Lo complejo es querer hacer cada vez un trabajo más acabado. Soy muy autocrítico.
-¿Has incursionado en otras técnicas de las artes visuales?
-Sí, en el collage (Quebrantahuesos) y la serigrafía.
-¿Cuál ha sido el trabajo más complicado que has realizado?
-“Lobo estás” y “No es una bala loca”. Lo complejo lo relaciono con la mezcla de acciones y voluntades que se suman a la instalación de la obra.
-¿Cómo describes la relación entre texto e imagen que hay en tus trabajos?
-Me adscribo a lo poético. Le tengo mucho respeto a la metáfora y a la sintaxis.
-¿Reconoces algún tipo de influencia?
-Nicanor Parra y Banksy.
-Tu producción está muy relacionada con la contingencia. A un stencil sobre la justicia en el que la señorita de la balanza se sacaba la venda ante un maletín repleto de billetes al lado de la frase “no era ciega”, le pusiste en muy poco tiempo el rostro del hijo del ex senador Carlos Larraín, ese que atropelló y dio muerte a una persona.
-Siempre trato que el stencil funcione como crónica urbana. Creo en la urgencia, en la necesidad de denunciar con prontitud aquellos actos horrorosos e inaceptables. A veces el tiempo no me acompaña, porque son muchas las denuncias que se podrían hacer a diario.
-¿Cuál es la reacción del público frente a tus trabajos?
-Bueno, es difícil la forma en que se puede medir esta reacción. Los stencils quedan en la calle, lo que la gente piense de ellos muere ahí y yo no recibo críticas ni comentarios en esa etapa. No obstante, con este loco asunto de las redes sociales, es posible recibir comentarios de todo tipo, los que en su mayoría son de agrado. De todas formas, a mí me interesa por sobre todo causar molestias en lo público. Me interesa que la gente mire el stencil y sienta incomodidad. Si logro que se horroricen, tanto mejor.
-Tu mirada de la realidad es bien descarnada. ¿Hay alguna luz de esperanza por ahí?
-Tengo la esperanza de que esta mierda en la que vive Chile, y el planeta en general, va a colapsar. Quiero ver viejas pegándose en el pecho y a los amantes del materialismo rezándole a un dios que no existe.
-¿Cómo observas la evolución del arte callejero y el stencil en Chile? ¿Hay otros artistas que te llamen la atención?
-Más que enfocarme en la “evolución” del arte callejero, que funciona como cualquier otro elemento a partir de muchos factores sociales, yo me concentraría en la foto actual. En este ámbito veo una fuerte tendencia a pintar marcas de territorio que nadie entiende, salvo los propios graffiteros y stencilistas. La preocupación por la estética es mucha y por el contenido es nula, o casi nula. Por otra parte, cuando de contenidos se trata, uno suele ver demasiada utilización de lugares comunes: rostros de mapuche, cultrunes, obreros con el puño en alto, encapuchados y así una y otra vez. De los artistas que me parecen interesantes, aparte de los de renombre, rescato por ejemplo a Caiozzama y En Jaque, creadores que valientemente se mojan el potito con temas de contingencia y se desmarcan de lo común.
Fotografías: Archivo Pikoenelojo Stencil