Natalia Reyes Almonacid: “El collage es el arte más generoso que me ha tocado vivir”

Por Héctor Muñoz / fotografías: María de los Ángeles Garrido

Natalia Reyes Almonacid se define como una persona afanada, es decir, llena de afán, dispuesta a grandes esfuerzos y empeños hasta acabar con lo que se propone. Todo esto según lo explica la Real Academia de la Lengua (RAE), que rige los destinos de esta página. Pero así es: ella responde de inmediato los correos electrónicos, completa sin dilatar las tareas y pareciera no dejar cabos sueltos, lo que, tratándose de una artista del collage, parece ser una tremenda virtud. Cuenta que se enamoró a primera vista de esta disciplina no hace mucho, en 2018, pero desde ese momento no ha parado porque, según dice, el arte de componer con retazos de revistas encontradas en cualquier feria o mercado persa, se vuelve una adicción.

De esta experiencia habló Natalia Reyes Almonacid a los participantes del taller de collage que realizó en el Centro Experimental Perrera Arte, donde, al ver el rostro de los alumnos, sus insistentes preguntas y aplicación, se puede colegir que esta adicción se puede convertir en un vicio colectivo.

“Como en esta oportunidad era solo una sesión de taller, traté de resumir. Hablé de los orígenes del collage, les mostré algunos de mis trabajos y conté cómo iba componiendo y trabajando el color”, cuenta Natalia Reyes. “Pero básicamente les hablé del inconsciente, cómo opera y de qué se alimenta, cómo se manifiesta a través de nuestros sueños y de nuestro arte. Cómo cada mente es un mundo y cómo eso va quedando plasmado a través de nuestro trabajo. Me sorprendieron bastante los resultados, sobre todo de personas que no habían experimentado esta técnica, pero que les llamaba la atención”, agrega.

-¿Por qué enseñar arte análogo en tiempos digitales?

-La tecnología es tan inmediata que tenemos todo a mano y hemos perdido la capacidad de asombro. Lo análogo siempre tiene su magia y su cuidado en cuanto a los materiales, en este caso en algo tan frágil como el papel. El proceso es bien largo, desde reunir el material, seleccionar, recortar, componer y pegar. El reciclar material, hacer trueque de revistas, ir a alguna feria o persa a buscar tesoros es demasiado divertido y emocionante. Siempre se ha dicho que crear con las manos genera un bienestar en nuestro cerebro, porque estamos tan concentrados que solo nos enfocamos en lo que estamos haciendo y el celular pasa al olvido. Por eso encuentro que es una buena forma para desconectarse un poco de tanta pantalla y sorprenderte a ti mismo del resultado, porque nunca sabes lo que va a salir.

-¿Cómo y cuándo llegas al collage?

-En el 2018 llegué a una exposición donde vi un collage de gran formato llamado “Virgo” de la artista Virginia Acosta y, a pesar de haber hecho collage y tener nociones de qué era, esta obra le dio un giro totalmente diferente a lo que pensaba y me abrió la mente. Entendí las infinitas posibilidades creativas que esta técnica ofrecía, sobre todo viniendo del mundo de la fotografía, donde no puedes alterar la realidad de lo que estás retratando. Fue amor a primera vista, no había visto el collage como una obra de arte, me quedé pegada mirando, tratando de descifrar cómo diferentes imágenes calzaban tan perfectamente formado un todo. Fue una conexión tan fuerte que comencé experimentando muy desde el instinto. Tiempo después tomé clases con Virginia y con diferentes collagistas más experimentados.

-¿Cuáles son a tu juicio los hitos en la historia del collage chileno?

-A nivel masivo, cuando salió a la calle en forma de manifestación, ya sea como paste up, esténcil, o grafiti. Todo el arte urbano en general fue muy potente y creó un gran collage. El otro hito importante fue la exposición “Antología de collage chileno”, organizada por Cecoll en el espacio CityLab Global del GAM en noviembre y diciembre de 2021, donde se reunieron 74 collagistas de diferentes ciudades de nuestro país. Esta muestra llegó para reivindicar el arte del papel, que siempre fue visto como una simple manualidad. Marca un antes y un después ya que, a través de esta muestra, se pudo apreciar que las obras están al nivel de cualquier disciplina y así se ha visto en diferentes galerías y ferias de arte, donde el collage ha tenido varios exponentes.

-¿Observas grupos, tendencias u opciones marcadas en el collage actual en el país?

-El collage en general es bien diverso, para algunos es algo íntimo y solitario, para otras personas es una terapia, un medio de expresión, una forma de divertirse y jugar, pero también en bien político y así se pudo ver en las últimas votaciones en Chile. Cada acontecimiento que vaya ocurriendo, ya sea en nuestro país o a nivel mundial, da pie para crear. Cuando estás adentro, se transforma en un estilo de vida, es mucho más papel que cortar y pegar. En la plataforma de @collagechile se puede revisar todo lo que les menciono.

-¿Qué te ha llevado a descubrir el collage en el inconsciente femenino, uno de tus temas principales de preocupación?

-Por lo general siempre incluyo mujeres en mi trabajo. Más allá de la estética y como se muestra en las revistas la figura femenina para vender algo, una siempre busca dar un giro y empatizar con su género. Al compartir con otras mujeres collagistas, se ve cómo las mismas problemáticas se repiten siempre, cuando uno cree que hay cosas que solo a ti te pasan.

-¿En qué contribuye el collage a la educación colectiva?

-Creo que, en general, es el arte más generoso que me ha tocado vivir. Me parece súper importante educar desde ahí y no desde el ego en una sociedad tan individualista y competitiva. El compartir ya sea materiales o conocimientos abre puertas, genera amistades y lazos muy bonitos.

-¿Cuál es tu relación y conocimiento de las cartas, que aparecen recurrentemente en tus obra recientes?

-Asistí a un campeonato llamado “Collage del fin del mundo”, organizado por Pablo Balzo, donde cada participante recibía cartas de naipe inglés y un sobre sellado con imágenes, donde en un breve tiempo debías crear tus mini collage. Los pegabas en un panel y el jurado iba seleccionando. Eran cuatro etapas y cada vez había menos tiempo y más dificultad. Fue bien divertido y desafiante, pero más allá de la competencia, se generan redes, vas conociendo personas en torno a una misma afinidad. De esta experiencia me quedó una nueva forma de hacer collage, que no había experimentado. Esto fue en mayo de 2022, pero hace poco me compré unos naipes y justo coincidió que Pablo nos envió un mail a todos los participantes, así que comencé a probar y la verdad que es bastante adictivo, sobre todo para una persona tan afanada como yo; me parece un buen ejercicio para practicar y divertirse. Hay que ir cambiando de vez en cuando, en un desafío para mí usar pocas imágenes y que funcione. El hacer series de cartas, aunque se vea muy simple, te hace pensar igual, ingeniártelas para que las cuatro vayan dialogando y tengan algo en común. Como ya me metí en esto, voy a completar el mazo.