Detalles de “Artefacto canino”, un trabajo de Becerro a propósito de Nicanor Parra

Un libro puede salvarle la vida a un ciudadano honesto en aprietos. Eso le ocurrió precisamente a Antonio Becerro con “Sermones y prédicas del Cristo del Elqui”, de Nicanor Parra.

“Cuando era estudiante, esos sermones los leía donde me llevaran los pies. Una noche, en la población La Bandera, me salieron a asaltar dos flaites. Fue una pelea heavy, me rompieron la nariz y me lleve un corte en el pómulo con un destornillador. Pese a ello, me resistí al cogoteo, dándoles también lo mío. Les di incluso con el libro, que por suerte para mi autodefensa era de tapa dura”, recuerda el artista visual, quien inauguró en el hall de entrada del Centro Experimental Perrera Arte su collage “Artefacto canino”, como parte de la serie de exposiciones que la Municipalidad de Santiago está realizando en distintos barrios de la comuna a propósito de los cien años de vida del antipoeta. La idea es que los vecinos manipulen e intervengan los “Artefactos” de Parra, una serie de 250 postales de principios de los años 70 que fueron reeditadas por Juan Guillermo Tejeda.

Artefacto canino, detalle 2

“Me dieron ganas de participar”, explica ante nuestro asombro Becerro, quien, como ha señalado en múltiples entrevistas, hace rato dejó de leer poesía y solo conserva las obras completas de Baudelaire, un volumen grueso en papel biblia que, de seguro, le ha salvado en otros combates. “Con todo el respeto que tengo hacia él, ahora Nicanor también me aburre, como la mayoría de los poetas”, argumenta el taxidermista.

-Entonces, ¿por qué te sumas a estos homenajes?

-Porque me interesa como miembro vivo del clan Parra: se trata del hermano mayor de Violeta y del tío Roberto, a quien conocí personalmente y una de cuyas guitarras conservo como obsequio de la familia y he integrado a mi obra. Una vez conversé largamente por teléfono con Nicanor. Hablamos de los rusos y los objetos que lanzaban al espacio y de Violeta como madre del cuerpo cultural de Chile. Un proyecto que todavía  no termino. Entonces, Nicanor me dijo: “Deja tranquila a esa mujer”. Años después, me tocó escribir para la sección cultura del desaparecido diario “La Nación Domingo” una crítica a la primera exposición de Nicanor en el Centro Cultural Palacio de La Moneda. Fue una crítica igual que la que le hago ahora. Los objetos recolectados y exhibidos ahí no tienen ninguna importancia estética o conceptual, si no es por el propio Nicanor. Él es la obra. Esa cuestión de unas impresiones con las fotos de los mandatarios chilenos colgando de un cordel simulando que están ahorcados, para mí, francamente, está muy lejos de una buena metáfora.

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-¿Cómo describirías la obra que presentarás en la Perrera Arte?

-Es una obra de técnica mixta: pintura, stencil y collage, donde la enmarcación es parte de la obra, en el sentido de aportar a la resolución estética final del anticuadro, del artefacto.

-¿Cómo te planteaste el collage, la selección, a la hora de intervenir la serie de postales de Tejeda?

-En algunas postales de los “Artefactos” prioricé la imagen individual para hacerla calzar en el grueso de la imagen total del cuadro, en otras opté por los textos y otras salvaron como graficas. Algunas las intervine con textos míos, escritos con plumón y lápiz pasta. Otras las rompí o las corté con tijeras. La idea central es hacer un cuadro con la estética del muro, con la textura de la calle. Algo urbano, como cuando te paras a leer los afiches que avisan eventos, recitales u obras. Resulta entretenida la superposición de textos e imágenes al azar. Pero también es una tremenda obra colectiva que a veces se cae a pedazos aportando y sugiriendo otra imagen. Eso es lo que persigue esta intervención al “Artefacto” y a Tejeda.

Fotografías: Gentileza de Juanjo Valverde