Las pinturas de Chiribiquete, nueva maravilla del mundo en la Amazonia

No es nada nuevo, al contrario, el imponente trabajo está ahí desde mucho antes que otras culturas se desarrollaran en el continente. Sin embargo, recién ahora, en pleno siglo XXI, se comienzan a revelar nuevas imágenes de las pinturas rupestres de la sierra de Chiribiquete, uno de los lugares más exuberantes e inaccesibles en la región amazónica de Colombia.

Si bien los primeros informes de estas pinturas fueron realizados por el botánico estadounidense Richard Evan Schultes, a fines de los años 40, y luego los registros fotográficos pioneros correspondieron al geólogo Jaime Galvis (1986-87), el levantamiento más exhaustivo correspondió a una investigación de expertos de varios países y universidades, liderados en 1992 por el antropólogo Carlos Castaño Uribe, ex director de Parques Nacionales de Colombia, quien avistó por casualidad las paredes rocosas al desviarse en uno de sus sobrevuelos habituales por la extensa región.

Aunque editó un libro con sus investigaciones y logró identificar 36 abrigos rocosos donde se concentraban las pinturas, Castaño Uribe decidió mantener en cierta reserva académica sus hallazgos para “no poner en riesgo la supervivencia del yacimiento”. Hoy, en cambio, cree que “hay que socializar de mejor manera” la existencia de este legado prehistórico y por ello ha decidido liberar fotografías e información “para cerrar filas en la protección de este tesoro que es muy vulnerable y frágil”.

La iniciativa coincide con otras expediciones que se han realizado al lugar, como la llevada a cabo por el fotógrafo Francisco Forero Bonell, cocreador de la Fundación Ecoplanet, quien el año pasado identificó nuevas series de pinturas (foto principal), no consideradas en los anteriores estudios, durante sus recorridos de reconocimiento para la filmación de la película “Colombia, magia salvaje”, del director británico Mike Slee, que podrá ser vista desde septiembre próximo.

De acuerdo a los registros de Castaño Uribe, si se detalla pintura por pintura, en estas serranías se han identificado más de 600 mil representaciones diferentes, algunas de las cuales podrían tener hasta 19.500 años de antigüedad, “lo que referencia a Chiribiquete como una de las zonas arqueológicas con mayor importancia de Sudamérica inscrita dentro del impresionante contexto ambiental de la selva amazónica septentrional”.

Parque Nacional de Chiribiquete

Las pinturas, que fueron realizadas con colorante de óxido de hierro, giran en torno a escenas de caza y recolección de alimentos y figuras de animales como ciervos, culebras, aves, arañas y, muy en especial, jaguares. “La idea del hombre jaguar, el chamán- jaguar y el dios sol-jaguar son un elemento de pensamiento y de identidad muy particular a lo largo del territorio”, explica Castaño Uribe, quien si bien estima que estas pinturas pudieron haber sido hechas por múltiples grupos humanos que ocupaban estos altos rocosos como santuarios de paso -en el lugar no se ha detectado evidencia de establecimientos humanos- no deja mencionar a la etnia Karijona, una de las más importantes familias precolombinas de la vasta región, que en la actualidad registra una población de 425 personas.

Un aspecto singular es que el trabajo de estos pintores jamás se habría detenido en el tiempo y que incluso en la actualidad estarían regresando cada cierto tiempo al lugar a estampar su huella.

Cabe consignar que, además de la deforestación, la agresiva explotación petrolera y la búsqueda sin ley de esmeraldas, la región también ha estado tensionada por el enfrentamiento entre la guerrilla y el ejército regular. Precisamente, se relata que indígenas que habían colaborado con las Fuerzas Armadas Revolucionadas de Colombia (Farc) tuvieron la posibilidad de tomar contacto con estos esquivos pintores amazónicos, aunque poco pudieron avanzar en diálogo, ya que éstos hablaban una lengua diferente.

Imagen principal: Registro de Francisco Forero Bonell

Galería fotográfica: Investigación de Carlos Castaño Uribe