Las mejores imágenes de la compañía I.D.E.a en «Hay que caminar soñando»
Un año y medio después de haber partido con el proyecto, la Compañía de Danza Experimental I.D.E.a completó en el Centro Cultural Gabriela Mistral el tríptico “Hay que caminar soñando”, inspirado en la pieza musical homónima de Luigi Nono. Como una especie de rompecabezas que se fue armando precisamente en el camino, el trabajo estrenó en 2015 su primera parte en la Sala Arrau del Teatro Municipal; luego, con el “Preludio” de Johann Sebastian Bach, presentó su tercer capítulo en el Centro Experimental Perrera Arte, espacio habitual de la agrupación dirigida por Beatriz Alcalde, y ahora en el GAM, con el sonido electroacústico de Renzo Filinich, se entregó el tramo intermedio de una obra que se rearma en cada función, transitando entre pasado y futuro. “Fue un parto, otro hijo”, señala la coreógrafa Beatriz Alcalde, quien profundiza aquí en su proyecto de largo aliento.
-¿Qué presenció el público que acudió a ver “Hay que caminar soñando” en el GAM?
-Una obra de arte de 50 minutos en la cual pudo identificar parte de sus vidas intimas y sus sentires desde la reflexión. Vieron un grupo de 20 personas poniéndose de acuerdo en el danzar las ondas sonoras, los sonidos de una acústica cotidiana, de un martillo percutido, un piano. Vieron el exceso y el escaso del color, el blanco y el negro, el colorido que lleva la emoción de cada espectador. Creo que vieron una obra de danza contemporánea más cercana esta vez, más abierta al espectador. Vieron danzar el silencio de lo que no se ve.
-¿Qué puedes decir ahora, un año y medio después de haber partido, cuando observas que el tríptico se ha completado en escena?
-Uf, la terminamos, congeniamos, nos comunicamos, cerramos el círculo de la vida: pasado, presente, futuro. Fue muy difícil; el vértigo de la creación agota el alma. Estoy agotada (ríe). No me gusta quejarme, pero esta vez sí que lo estoy. El hacer, el construir desde la imaginativa interna sin ningún estímulo es muy agotador; es buscar, buscar y seguir buscando donde no hay nada. Y allí viene la creación. ¿Sabes?, me di cuenta que nunca busco estímulos para crear, al revés: solo me encierro en mí misma y empieza la búsqueda y la interpretación del hoy. ¿Qué me pasa? ¿Qué nos pasa? Luego y casi de inmediato busco el matrimonio con la poética del gesto y listo, a encerrarse a investigar. Eso cansa mucho. Es escuchar lo que no se oye, como dice Luigi Nono, es crear desde la nada misma, es caminar soñando. Qué título más poético, pero no dice nada a la vez (ríe). Ahora, ¿cómo llevar esa frase a una obra coreográfica? No sé, qué terror, pero lo hicimos y estoy feliz. Otro parto, otro hijo.
Fotografías: Natalie Potin