La Perrera, el trayecto de la ocupación

Por JAVIERA ANABALÓN, Xiamen, China

El Centro Experimental Perrera Arte de Chile, dirigido por Antonio Becerro, ha mantenido de manera inédita una estructura institucional y un discurso independiente en torno al arte por casi 20 años, durante los cuales varios gobiernos y climas artísticos han tenido que dialogar con esta entidad, que impertérrita y concentrada en su oficio, continúa en el mismo espacio del Parque de los Reyes, en el mismo edificio histórico de la ex Perrera Municipal y en el mismo barrio Yungay.

La subsistencia de la Perrera a lo largo del tiempo como centro de producción, exhibición y experiencia del arte ha permitido una transversalidad sin precedentes en cuanto al análisis y las perspectivas desarrolladas en torno al escenario artístico, en base a lo cual han podido esbozarse ciertos procesos, que aparecen nebulosos dentro de marcos temporales inmediatos o de contextos contingentes, sobre el concepto de lo independiente y de la institucionalidad del arte en Chile. La estabilidad que ha demostrado la Perrera radica de manera significativa en el sostenimiento de una posición de marginalidad o de periferia con respecto a los centros de poder institucionales del arte chileno y la academia, como lo es el Museo Nacional de Bellas Artes. Es en el acto de distanciamiento del (o los) centro (s) donde la Perrera se sostiene como discurso activo, esto es, en el acto de proponer, dentro de la misma lógica institucional, un organismo de resistencia: una institución al margen de la institucionalidad.

En este organismo vivo que es la Perrera, cuyo rol popular y subversivo se sostiene en la imagen del quiltro, la obra de arte se ha comprendido bajo los términos de la experiencia y acción estética, donde el objeto de arte siempre se presenta y significa en plena articulación con lo ético, lo político y lo social, esto es, donde la obra deja de referir la realidad y pasa directamente a interpelarla. Dentro de esta perspectiva, Encontraron cielo aparece como una obra cuya operatividad y efecto se despliegan en dos dimensiones interdependientes: el objeto de arte, correspondiente en este caso a la instalación, y el acto de arte, relativo a la ocupación e intervención de un centro hegemónico, de cuyo entronque resulta la puesta en escena del arte como una problemática esencialmente política.

Los rasgos particulares de la obra de Becerro componen una descripción y exhibición del acto de ocupación mismo, pero desde una perspectiva que supera la confrontación para acceder al terreno de lo dialógico, puesto que, tanto el Centro Experimental Perrera Arte como el Museo Nacional de Bellas Artes, se posicionan de manera simultánea y voluntaria como agentes y observadores del mismo encuentro político de cual forman parte y que, de alguna manera, ponen en crisis.

La materialidad de la obra contiene en sí misma las matrices visuales de los rasgos particulares de un encuentro entre dos discursos y lugares del arte, comprensibles bajo las nociones de intervención, tensión y resistencia. La obra describe un trayecto de arremetimiento cuyo punto de inicio sucede en el primer dispositivo móvil y espacio simbólico de la Perrera, el container, ubicado en el frontis del museo como testimonio de un fenómeno inicial e inusual de desplazamiento -o de “salida”- del espacio físico de la Perrera. La irrupción de los perros hacia el interior no ocurre, como es de esperar, por la puerta ancha, sino por el techo del edificio-monumento histórico, que obliga a los perros a realizar un recorrido, también simbólico, de “ascenso”. Una vez adentro, los perros caen en picada, como delincuentes, deslizándose por cables, para aterrizar y empoderarse en una de las salas del museo. De esta manera, la obra en sí misma se convierte en el acto simultáneo de ocupación al cual refiere y encarna; la obra se describe así misma en su estructura de “trayecto” y de “entrada”.

Encontraron cielo, desde el soporte de la instalación, es una obra que se configura y modifica en el encuentro con el contexto, puesto que su propia estructura de cables depende de las bases que el entorno disponga para determinar su recorrido. Bajo tales condiciones, la obra adquiere por un lado un dinamismo y versatilidad inagotables, y, por otro, una estructura y discurso de coincidencia perpetua, dos elementos que el mismo centro de arte independiente la Perrera ha asumido a lo largo de los años como rasgos propios.

Encontraron cielo en el Museo de Bellas Artes es una puesta en escena de dos espacios que se definen mutuamente en la oposición y que, al participar de esta exhibición, se muestran y observan finalmente como dos caras de un mismo fenómeno, que, antes que todo, tiene que ver con la hegemonía: el arte.

Fotografía principal: Jorge Aceituno

Proyección 3D: David Salomón