Beatriz Alcalde: “La bailarina debe olvidarse de sí misma para entregarse a su cuerpo”

“Aquí hay que hacerse cargo de todo”, dice Beatriz Alcalde mientras abre la puerta para que salgan unos perros con cara de regalones y carga en sus brazos un niño a punto de quedarse dormido. El pequeño es hijo de una de sus bailarinas, al igual que otras niñitas que disfrutan atentas su colación y son parte obligada del público en el ensayo de la Compañía de Danza Experimental I.D.E.a en una academia de Vitacura.

El lugar es amplio pero se hace estrecho para recibir a la treintena de integrantes de esta agrupación, compuesta exclusivamente por mujeres. “Hace poco hubo un hombre, pero optó por seguir su propio proyecto”, cuenta la coreógrafa mientras prepara el “Maratón de danza” que presenta este fin de semana en la Perrera Arte, lugar habitual de estreno de las obras de I.D.E.a desde hace cinco años. “Me encantó darle un sentido artístico y poético a una palabra como maratón, que tiene tanto que ver con el correr y correr, con el competir”, dice Beatriz Alcalde.

-¿Cómo nace la idea de montar tres obras completas en una?

-Durante 2014 estrenamos dos trabajos, “La torre de H2O”, con coreografía de Francisca Silva, y “Sensemaya”, pero también habíamos vuelto a montar “La consagración de la primavera” para algunos encargos remunerados y porque las nuevas integrantes de la compañía también habían pedido hacer esta obra que tanto llama la atención de cualquier bailarina. Entonces, si teníamos “La consagración…” con mucha gente nueva, energía nueva, nuevos aportes creativos y los otros dos montajes ya estaban listos, pensamos: ¿por qué no bailar las tres obras juntas?

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-¿Cuál es el hilo conductor de este maratón?

-En primer lugar, la experimentación. Me parece muy lindo ir en escena desde una composición stravinskiana hasta la contemporaneidad de “La torre de H2O”, que tiene que ver más con la experiencia in situ, con el “ponerse de acuerdo” con un espacio accidental, en este caso la Perrera Arte, como antes fue la Ciudad Abierta de Ritoque o la Aldea del Encuentro de La Reina, donde la obra también se compuso desde el espacio, desde la poética de su entorno. En segundo término, las tres obras se unen por el ritmo, palabra que es nuestra génesis en el crear y en el danzar. Ritmo es relación, ritmo es sístole y diástole, ritmo es dosificar, ritmo es emocionar el cuerpo respondiendo a un estímulo. En este caso, el estímulo de Stravinski y ‘La consagración de la primavera’ energiza el alma, el cuerpo, el páncreas y te deja presta a recibir el orden rítmico de Silvestre Revueltas en “Sensemaya”, que es la academia, la partitura y la estructura. No hay desborde, solo te reordena el pulso. Y luego viene la organización social, humana y poética de ‘La torre de H2O’, que nos permite expresar solo lo que nos queda en la verdad de la emoción. Y es increíble que, al estar más cansada, el cuerpo solo habla con la verdad.

-Llama la atención el crecimiento de I.D.E.a, ya van en una treintena de integrantes.

-Toda compañía, creo yo, debe preocuparse siempre de ir alimentando el proceso creativo del grupo como instalador de la poética de la danza, del grupo como forma y filosofía de vida. Lo difícil es preocuparse de este quehacer, de fomentar la danza, de formar gente, de reponer lo creado, de hacer escuela, de mantener esas ideas utópicas sin soltarlas para que un grupo de lindas bailarinas -el término lindas lo tomo como belleza del alma- lo transmita de una generación a otra. En 2013 y 2014, varias de estas bellas bailarinas nos tuvieron que dejar, ya sea por viajes fuera del país, porque se casaron o tuvieron bebés, o porque se cansaron de tanto esfuerzo y/o de mi estricto pedir. Entonces hicimos una convocatoria pensando que llamarían unas cuatro o seis interesadas, pero resulta que nos mandaron 40 mails con solicitudes de entrevista, de las cuales una decena llegó hasta el final. El proceso fue difícil, por supuesto. Muchas caras nuevas, mucha energía nueva, mucha intimidad, exigencia de diálogo, de entregar tu alma a personas que no conoces. El proceso de años anteriores había sido más ordenado, estaba más fácil, solo era crear, crear y entregarse, pero hoy las personas estamos reacias a intimar, eso asusta, eso remueve los egos. Además, hay que imaginarse tantas mujeres tan fuertes juntas, viajando, compartiendo todo.

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-¿Cómo se logra la armonía?

-Justamente por el ritmo. Me gusta el término “choclón”, ya que hoy uno vive en choclones de gente en el bus, en el Metro, en el supermercado, en la calle, en el parque o en los edificios. Vivimos en choclones en las fiestas, el ascensor, los estadios, los malls. Podría estar todo el día dando ejemplos. Pero por otro lado está la individualidad constante, lo que produce una contradicción deliciosa: ¿Cómo acogemos la aglomeración como artistas si, por otro lado, buscamos la individualidad creativa?

-¿Complica el desarrollo de la técnica un grupo tan numeroso?

-Lo de mantener la técnica me molesta como pregunta, porque yo digo: ¿Qué es la técnica? Para mí, y aquí sí que hablo como Beatriz Alcalde, ni siquiera como integrante de I.D.E.a. una bailarina contemporánea 2015 debe tener una técnica 2015. Es decir, no estoy ni ahí con los códigos dancísticos y estilísticos. Nuestra técnica 2015 está relacionada con la evolución corporal y emocional de nuestros diálogos desde un 2014. Esto ha tenido que ver con buscar la organización de mi cuerpo con el de los demás, tiene que ver con poetizar el espacio que me tocó ocupar, tiene que ver también con levantar mucho las piernas si te correspondió trepar un muro o con sentirte una pluma si tuviste que volar. Y en ese aspecto, confieso que costó mucho “la técnica” (ríe) y ya la pregunta no me enoja tanto porque estoy convencida que la técnica viene de la mano del quehacer diario. Pero ojo, ese quehacer es a morir: cero flojera, cero tonteras de cabras chicas, cero llegadas tardes, cero no amar este oficio. Eso no se transa, falta mucho todavía y por eso cansa tanto. Olvidarte de ti misma para entregarte a tu propio cuerpo, ¡mira la contradicción linda!, cuesta muchísimo que se entienda. Talvez no me sé explicar muy bien o las personas se hacen las lesas y no lo quieren entender por los egos, por la educación que nos dan o por mil de excusas sociales.

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-En ese sentido, ¿cómo estás viendo la evolución de la danza contemporánea en Chile?

-De verdad me cuesta mucho de hablar de la danza contemporánea en mi propio país. Me da una especie de nostalgia, pero es algo personal y muy sensible que me cuesta superar, aunque estoy trabajando en ello. No me explico por qué, no sé la respuesta, pero siento que la danza en este país vive rodeada de biombos estilistas: los del ballet tienen sus propios biombos, pero también los tienen los modernos, los contemporáneos, los hip-hoperos, los under, los top, los de la tele, los del Festival de Viña, los de Matucana 100, los del GAM, los de la Perrera, los de provincia, etcétera. Siento que Chile es el único país del mundo donde te preguntan dónde vives antes de conocer tu nombre o el nombre de tu obra. Me gustaría que fuéramos menos herméticos, que los llamados a concurso y sus resultados fueran menos cerrados y que fuera más amplio el campo de aceptación de diferentes pensares en el arte y en las distintas puestas en escena. Curiosamente, los avances y la balanza de la respuesta vienen justamente en esta época del año con Stgo a Mil. Nos visitan muchas compañías extranjeras y todos los bailarines nos volvemos locos tratando de asistir a la mayor cantidad de obras gastando el dinero que jamás tenemos para la danza en Chile. Y todos quedamos con la boca abierta. Por la técnica, dicen algunos; por la puesta en escena, dicen otros; por el desarrollo del hilo conductor de la obra o por cómo lleva el coreógrafo un tema tan abstracto. En fin, me pregunto: ¿Por qué debe existir tanto Stgo a Mil y por qué gastar tanto dinero y tanta euforia de nuestros propios coterráneos? ¿Quizás hablo de picada, porque nunca toman en cuenta mis obras para dicho festival o quizás es porque de verdad necesitamos ver más lo de afuera para aprender porque aquí no hay escuela?

-¿Qué te pareció el montaje de “El testigo” en la Perrera Arte? Te lo pregunto porque eres una buena conocedora del espacio y también has trabajado con Claude Brumachon.

-“El testigo” me pareció justamente lo que estamos hablando en estos momentos: la fusión, laliaison, como dicen los franceses. La ecuación perfecta de los creadores, vividores y filósofos de la danza con un grupo de valientes bailarines que aman la danza a morir y un  espacio que acoge este matrimonio o AVP (ríe) en la experimentación. Llamó la atención el hecho de llevar una obra ya creada -en 2001, creo- a un lugar como la Perrera Arte, que pareciera poco acogedor, que pareciera tan under, que pareciera tan difícil, que pareciera tan improvisado. Pero Claude (Brumachon) y Benjamin (Lamarche) vieron todo lo contrario y el público aceptó ese contrario y llenó absolutamente todas las funciones. ¿Qué me parece eso? Que es perfecto, pero esa es la perfección que a mí no me atrae mucho, porque no es nuestra realidad. Los bailarines chilenos -no todos- se entregan a los coreógrafos extranjeros sin ningún cuestionamiento, se dejan manejar sin oponer energías y lo único que sacan como resultado es progreso y una experiencia maravillosa. Ahí sí que los bailarines permiten que el proceso creativo fluya sin entorpecer con llegadas tardes, con alegatos inconducentes o con cuestionamientos vacíos. Yo vi unos bailarines increíbles, con verdad, con técnica, mujeres y hombres maduros, no pendejos tratando de decir algo. Eso está muy bien, pero lo malo es que eran Claude y Benjamin, como en otros casos es Stgo a Mil,  pero no era Chile. Pero ojo, que tampoco me opongo a eso. Yo también trabajé con ellos en la primera obra que hicieron en Chile, “Folie”, y fue una locura porque a la vez estaba en el Banch. Me morí, pero fue maravilloso.

-¿Qué viene para I.D.E.a en 2015?

-Con tu pregunta me haces sentir que de verdad estoy en un maratón de creación y exigencia social. Estoy rendida, 2014 fue un año muy agotador en el trabajo de la compañía y de la escuela de danza y ya me preguntas por 2015. Eres exigente. Claro, como nos conoces, sabes que ya estamos pensando en el próximo proceso. Solo espero que perdure la gente que está dispuesta a entender desde el páncreas que debe salir de su cuerpo para adentrarse en él y ser finalmente artista con mayúsculas, porque es diferente hacer arte que ser artista. En lo personal, creo que me he tropezado con todo lo que tenía que tropezar para entender esto que te digo. Creo que quiero trabajar más tranquila, con mi alma más en paz, sin luchar tanto con fantasmas desconocidos. Creo que trabajaremos con la humanización de la danza: sabemos que el alma habita el cuerpo, pero ¿el alma también lo deshabita? ¿En qué momento?, ¿solo al morir? Suena un poco siútico, pero es más simple de los que parece. En acciones cotidianas, como lavarte los dientes, ¿qué pasa con tu emoción? Al dormir, ¿qué ocurre con el alma? Algo así. Al correr un maratón, ¿sientes pena, sientes miedo, sientes odio? ¿O solo piensas en llegar a una meta? El alma como un órgano más del cuerpo. ¿Cómo bailar con un alma flexible?, ¿o con un alma dura?, ¿o con un alma glotona? Qué sé yo, dejar en evidencia la contraposición cuerpo-alma-ritmo. Creo que en el próximo montaje ocuparé música minimalista, puede ser (Steve) Reich. Como contradicción, me parece interesante y desde ahí viajar hacia la composición, al orden de las emociones, quizás terminar con Bach. O sea, al revés de estos años, un maratón al revés, un notaram. No sé, ya te he contado todos mis secretos.

Fotografías: Ana Bustamante