Joaquín Henríquez: “El corte de pelo es una acción simbólica de liberación”

“Corte expuesto”, la acción de arte que Joaquín Henríquez presentó en la apertura de la muestra colectiva “Todos cortados con la misma tijera”, consistió en un improvisado salón de belleza en el que los asistentes a la exposición podían cortarse el pelo en forma gratuita a medida que transcurría la noche. Los interesados tenían al frente un pequeño tríptico compuesto por dos espejos y una pantalla, en la que iban viendo la misma operación de cortar el pelo, bajo una luz saturada, a dueñas de casa, niños, feriantes y vagabundos en una plaza. Egresado de la Universidad Católica, Henríquez ha destacado por sus trabajos callejeros que él define como micropolíticos: en una oportunidad empujó un cuerpo de andamios con ruedas desde la Estación Central hasta La Moneda; en otra diseñó una caseta telefónica que en lugar de teléfono tenía una pantalla de video, y también demarcó con cal el límite entre dos comunas. “Más que ser obras de arte, estas acciones son invitaciones a entender, a compartir y a hacer”, explica.

-¿Qué comentarios te llamaron la atención y qué puntos comunes hubo en los diálogos con las siete personas que se cortaron el pelo en la plaza Portales?

-El comentario que más me llamó la atención fue el de una señora que estaba vendiendo ropa y que participó de la intervención. Ella en un principio se mostró muy dura, pero a medida que la peluquera iba trabajando se soltó más, contando su vida y sus experiencias. Comentaba lo valioso que era su nieto después de la muerte de su nuera, que era muy cercana. Ella nos dijo que nunca se había cortado el pelo en una peluquería y que esta experiencia había sido muy reconfortante. El punto común en los diálogos entre las personas que se cortaron el pelo fue respecto a por qué hacíamos esto gratis, si pertenecíamos a una ONG, si éramos parte del municipio o de una organización cristiana. A veces respondimos que era una acción de arte, y otras que era una donación, un intersticio, y que no todo era por plata.

-¿Qué reflexión podrías hacer a propósito del efecto transformador de la acción de cortar el pelo, particularmente en el caso más elocuente, que es el de los vagabundos?

-Luego de la acción, mi visión respecto a la labor de la peluquería cambio radicalmente. El oficio del peluquero es manejar una transición física y emocional de otra persona mediante la acción de cortar una parte del cuerpo. Desde mi punto de vista, y por lo que experimentamos en esa ocasión, la gente toma el corte de pelo como un desahogo, una acción simbólica de liberación, muy cercana a una sesión de sicólogo, pero mejor aún porque la renovación es más amplia. El caso de los dos vagabundos que se cortaron el pelo refleja en gran parte esto, pero con la adición de que a ellos se les es negada toda atención, y al ofrecérseles una pequeña instancia de relación cercana con otro, se permiten darse a conocer.

-La peluquería siempre ha compartido la nomenclatura del arte con sus “salones de belleza”, “escuelas de estética” o con sus cortes, “tendencias y estilos”. A partir de “Corte expuesto”, ¿qué enlace o contrapunto podrías hacer entre esas similitudes de lenguaje?

-La relación en nomenclaturas que hay entre peluquería y arte es más que un mero alcance lingüístico, y asimismo “Corte expuesto” se desliza entre esos conceptos, valiéndose de los códigos de ambos ámbitos. “Corte expuesto” es un título que juega con los significados de corte (de pelo, como edición de audiovisual), y expuesto (exhibido tanto en la calle como en el espacio artístico, expuesto también en términos del registro por su balance lumínico). Cabe señalar que en la Perrera Arte ocurrió un acontecimiento singular, ya que Valentina Poblete, quien cortó el pelo en la intervención, es a la vez artista visual y peluquera profesional. En su figura recae la traducción entre los códigos de las dos áreas, en este caso, una mediación en las nomenclaturas.

-¿Qué entiendes por acción micropolítica y cuál crees que el efecto que tiene en la sociedad?

-El término micropolítica lo define Félix Guattari como una “analítica de los deseos en el campo social”. Profundizando en esta referencia, la práctica micropolítica pone en relevancia aquellas pequeñas luchas en el ámbito cercano, en el plano de lo individual próximo, ya no es la lucha monumental y épica del «Pueblo», muy a mi pesar. La micropolítica puede operar como un camino viable ante la enajenación de una sociedad de consumo que somete mediante la asimilación de estereotipos y apariencias. De esta manera resulta ser cada una de nuestras pequeñas luchas cotidianas, por actuar de acuerdo a una mediación entre lo que realmente deseamos y aquello que se nos permite. En el contexto actual es posible un tipo de accionar así, cuando la atomización social alcanza a la mayoría de los ámbitos, disolviendo toda comunidad en un conjunto de individualidades que apuntan en direcciones diversas. El arte es tan solo uno modo de hacer micropolítica, dentro de otras tantas formas de plantearla.

-Tus trabajos se desarrollan y apuntan a la calle. ¿Cuáles crees que son los principales ejes, puntos de inflexión o dinámicas colectivas en los que este tipo de obras deberían hincar el diente en el Chile actual?

-Para mí, lo importante de hacer trabajos en la calle es generar vínculos de relación con otros, interactuar en el ámbito público por excelencia. Es por ello que el carácter de estas propuestas son relacionales y contextuales, respondiendo a las situaciones donde acontece en un diálogo activo entre múltiples interlocutores. Relacionales en cuanto proponen un vínculo directo con las personas que se enfrentan a sus propuestas, a la luz de intersticios sociales, espacios de intercambio fuera de la norma sistemática de remuneración económica que buscan ser, a la vez, una reflexión crítica en torno al arte, pero mayormente de la sociedad como construcción colectiva. Y contextuales ya que refiere a operaciones que se adhieren a la realidad, y especialmente al contexto específico, a modo de co-presencia en la existencia material, circunscribiéndose en áreas que se desmarcan de las típicas del circuito artístico, desarrollándose in situ y habitando el mundo. Hacer arte en la calle no es solo instalar algo que podría ir perfectamente en una galería. La vocación de un arte que se desarrolla en la calle tiene su origen en las mismas dinámicas que posee este espacio en específico, entendiendo y manejando sus códigos, permitiendo reflexiones en torno a lo que allí sucede. Más que ser obras de arte, estas acciones son invitaciones a entender, a compartir y a hacer. Eso es lo que he tratado de promover con lo que hago, y que otros se den cuenta de la capacidad que poseen de hacer cambios en cada uno de sus espacios.

Fotogramas y fotografía: «Corte expuesto», de Joaquín Henríquez