Ismael Frigerio: “De alguna manera aprendí a pensar y me es difícil crear sin reflexionar”

Por Camila Sánchez Andueza

Su favorita es aquella que tiene las llamas de color naranja con fondo café y círculos blancos. ¿Por qué?, no lo sabe, pero es su favorita. Desde que fue a Nueva York, en 1982, se denomina americanista, luego que allá le preguntaran qué proponía en relación con su raíz, con su territorio. Hoy, el artista visual Ismael Frigerio acaba de exponer en la Galería Nemesio Antúnez, donde presentó una instalación y una selección de pinturas que denominó “Ecos y viajes en torno al conocimiento”, y se prepara para participar en el Bienal de Venecia.

“De alguna manera aprendí a pensar y me es muy difícil crear sin reflexionar, la reflexión me sirve como catapulta creativa y siempre ha sido de la misma manera. Ahora indudablemente  que este es un proyecto mucho más acotado, hecho a propósito de un lugar específico que es el extremo austral de Chile y que tiene que ver con la condición de la comunidad que vive ahí: los Selk’nam”, dice el artista, quien antes de entrar en la pintura también estudió filosofía.

Frigerio (1955) ha trabajado en base al continente americano y comenta que una de las condiciones de este territorio es que siempre ha estado intervenido: “El primer signo de esto fue la cruz de Cristo, la cual se hizo parte de los altares pertenecientes a los indios mexicas politeístas. Había una tradición de la cual nació aquella instalación de los artistas mexicanos que se ve hasta el día de hoy. Y, curiosamente, lo único que queda de ese altar es la cruz de la cristiandad. Entonces, tiene que ver con el dominio”.

-¿Por qué los Selk’nam?

-Una vez estaba trabajando con respecto a la memoria y un día mi madre encontró unas cartas hechas por mi abuelo, el padre de ella. Este caballero fue colono en la XI Región, en Aysén, él fundó la escuela pública de aquel lugar. Asímismo, me encontré con la quema de Chile y empecé a avanzar hacia la zona austral, también estuve en Coyhaique y en otras localidades. Después seguí camino al sur. Obviamente que esta cultura me parece interesante, sobre todo por lo que he dicho con respecto a la cristiandad, porque, antiguamente, se pagaba por la cabeza de los Selk’nam y después se pagaba por los testículos. Entonces fue una castración hasta la extinción.

¿Con qué otro aspecto se relacionó la exposición?

Esta muestra tuvo que ver con la mala voluntad que existe hoy en día sobre el conocimiento y la lectura. Yo soy profesor universitario y te puedo decir que el conocimiento se ha desviado al dato, nada más. Entonces, a la gente no le gusta pensar, lamentablemente. No es el ciento por ciento de las personas, pero existe una tendencia a no fraguar con respecto a líneas de pensamiento: leer un libro no es lo mismo que morder un dato en Google; escribir en un teclado no te gatilla las mismas neuronas que el escribir a mano. Por tanto, a mí me preocupa y estoy hablando específicamente del mundo del arte que a los jóvenes artistas les importe más estar en las redes que hacer propuestas.

¿Qué sucede con el arte joven hoy en día?

El arte no tiene reflexión, el arte lo único que tiene es un hecho formal y quiere llamar la atención por alguna cosa puntual. Pero lo que yo aprendí de los artistas conceptuales de los años 70 es que, primero, hicieron que sobreviviera el arte y yo como pintor los que seguíamos dicha disciplina éramos acusados de frívolos me metí en ese mundo y empecé a incluir otro tipo de cosas, pues me pareció necesario. Y esa necesidad me llevó a salir de la pintura, entrar a la fotografía y recurrir al video para armar otro tipo de conceptos.

¿Cuál ha sido el soporte que más le ha acomodado?

Mira, todo lo que he hecho últimamente es en base a instalaciones, pero para mí la pintura es la lengua madre y a partir de ella gatillo otros soportes: trabajo en fotografía, pero usando la técnica análoga y todo lo que hago en video es en digital. ¿Por qué?, porque la digitalización, por el asunto de las capas con las cuales tú empiezas a construir cualquier obra que sea no lineal, te permite reflexionar y poner tipos de pensamientos racionales y emocionales, dado que el código binario está creado para ello. Entonces puedo construir de otra manera.

Frigerio fue invitado a una de las muestras complementarias de la 57 Bienal de Venecia, la cual se llevará a cabo desde el 13 de mayo hasta el 26 de noviembre de este año.

¿Qué expondrá en Venecia?

A la Bienal voy a llevar un trabajo que he hecho desde 1990 en el norte de Chile, porque es el lugar más intervenido del país y porque fui invitado a un proyecto que se llamaba Ceremonia de la Memoria, el cual consiste en ir a un lugar y esperar que la naturaleza te hable lo que le ha sucedido, que te cuente su historia y, para mí, no hay documentación más potente que las cicatrices de las salitreras: primero, la intervención por una cuestión económica, y después por (Augusto) Pinochet como campo de concentración. Esas dos cosas son las que estoy uniendo para llevar a Venecia.

-¿En qué consiste la obra?

En una serie de 50 fotografías análogas impresas en cobre, que es la sangre del territorio, y al medio hay una pintura que tiene la construcción de una chimenea. Después se muestra un tríptico de un video, que lo voy a poner en una pantalla, y en el suelo va sal. Hay tres luces en medio de la sal y sobre ésta van copias de las cruces de los cementerios del norte que llevan, en la caja central, las fotos de los torturados en Chacabuco. El tema es tiempo, espacio y existencia: yo el tiempo lo transformé en historia, el espacio en territorio y la existencia en la vida y la muerte.

Fotografías: Archivo Ismael Frigerio, Comunicaciones Galería Nemesio Antúnez y Camilia Sánchez Andueza