Hugo Ángel retrató a íconos del Butoh: “Sus movimientos son como un rito ancestral”
Como “una experiencia muy emocionante de contemplación y silencio” describe el fotógrafo Hugo Ángel los retratos que realizó en el Centro Experimental Perrera Arte a varios de los artistas extranjeros que participaron en la tercera versión del Festival Internacional Butoh Chile, que se realizó entre el 1 y 15 de octubre en diversos escenarios de Santiago, Arica, Valparaíso y Quilpué bajo la organización de Fibutoh.
Como parte de la residencia creativa que realiza en Perrera Arte, la cual considera diversas series fotográficas en torno al retrato, Hugo Ángel aprovechó la presencia en el país de las maestras y maestros invitados al encuentro de Fibutoh para explorar y dejar constancia de su fuerza expresiva en un espacio físico patrimonial cargado de historia, como es el edificio de la ex Perrera Municipal, lugar de exterminio animal durante largos períodos del siglo pasado.
“La Perrera es como un escenario en sí cargado de historia y un extraña energía, un espacio de creación y también de resistencia, construido desde lo subterráneo, de lo marginal y under. La danza Butoh también tiene un origen desde esos límites, es una danza de la oscuridad. Creo que la Perrera es un escenario natural para esta disciplina, por lo que hubo un diálogo fluido, expresivo y visceral entre los artistas y el espacio”, explica Hugo Ángel, quien realizó sesiones fotográficas con Makiko Tominaga, Ken Mai, Yuko Kaseki y Kae Ishimoto de Japón; los integrantes del colectivo estadounidense Daipan Kaoru Okumura, Joan Laage, Sheri Brown y Helen Thorsen; la bailarina y coreógrafa franco norteamericana Vangeline, fundadora del Instituto Butoh de Nueva York; la mexicana Eugenia Vargas, y la noruega Tove-Elena Nicolaysen.
Hugo Ángel cuenta que “las sesiones fotográficas fueron verdaderas performances, una gran experiencia. Como punto de partida, yo les contaba algo de la historia del lugar y les pedía que expresaran con su cuerpo y danza lo que sentían, lo que vivenciaban desde el Butoh. La naturaleza de su arte los hace ser personas especialmente sensibles, conectadas a su entorno y eso lo reflejan en su espacio interior”.
El fotógrafo nacional cuenta que hubo muchos momentos inolvidables durante el proceso de imaginarse y transportarse al horror que se vivió en el lugar en las décadas del sacrificio animal. “Algunos de ellos tomaron algunas figuras y esculturas de perros y los abrazaban emocionadamente, incluso la bailarina japonesa Kae Ishimoto lloró al abrazar un perro, le corrían las lágrimas por sus mejillas. Era como si la energía contenida del lugar se traspasara telúricamente a sus cuerpos, a sus gestos y movimientos. Se involucraron mucho con cada sesión fotográfica y con la experiencia del lugar”.
“Otra sesión muy profunda también fue con la maestra japonesa Makiko Tominaga, fue una experiencia muy emocionante de contemplación y silencio. Sus movimientos eran como presenciar un ritual ancestral, de otro tiempo, un lenguaje secreto”, concluye Hugo Ángel, quien trabajó con cámaras análogas y digitales de distinto formato y cuyo resultado se podrá ver el próximo año en una exposición que reunirá su recorrido por diversos mundos y personajes contemporáneos.