Hija de Perra, la orgía visual de un artista del futuro
Por Antonio Becerro
“Hola, soy Hija de Perra”, me dijo el día que nos conocimos.“Yo igual”, le respondí, nos pusimos a reír y entró feliz a la Perrera, a la que venía a realizar una performance en la exposición “Sagrada porno tortura”, de Romina Vaccaro.
Solo compartimos unos segundos y después, ya en la inauguración, me asomé a mirar su presentación. Había mucha gente y yo no podía creer que fuese el mismo que me había saludado más temprano. Es que era más que una transformación física; estábamos asistiendo a una completa y soberbia actuación. Se trataba de un show drag queen envolvente, en donde el público quedaba atrapado por la orgía visual. Hija de Perra es parte del futuro, en el sentido de ir adelante. Y va adelante porque el resto está atrás y de rodillas. Va adelante porque su propuesta juega fuera del doble estándar y de la vulgaridad que reina en el Chile actual.
Luego, en 2012, me lo topé un día en la calle sin su transformación, nos dimos un abrazo y lo invité al cumpleaños de la Perrera, que celebramos en el Patio de los Perros de la Universidad de Santiago. Su presentación venérea y pagana junto a Irina la Loca fue magnifica y lo pasamos de lujo.
Su muerte es realmente un golpe duro. Fuera del personaje, era un chico piola y cada vez que nos cruzábamos por ahí me llamaba la atención su sencillez, como no hace mucho, cuando con todo un equipo grabaron aquí, en la Perrera, su última película. Hija de Perra era liviano y cariñoso, sin ademanes de grandeza, ni estereotipos de la homosexualidad, sin predicaciones absolutistas. En la escena, en cambio, era político y rupturista. La fuga perfecta de la moral y la ética. Era un agitador, incluso para aquellos que se dicen marginales o mariquitas asociados, que huían de la escena a la hora de sus presentaciones con Irina la Loca.
Yo me pregunto: ¿Cuándo un hombre deja de ser hombre?, ¿cuándo le cortan el pene? ¿Cuándo una mujer comienza ser mujer?, ¿cuándo le comienza la regla o tiene un hijo? ¿Cuándo se formaliza una pareja?, ¿cuándo sube al altar? ¡Cuánta mierda nos han servido!, ¡cuánta plasta nos han tirado! Me imagino que en el futuro se pelearán los derechos de todos y no de los géneros. Incluyo en esto a plantas y animales.
Tal vez en el futuro un niño podrá tener tres padres y cinco madres y muchos hermanos o ni uno solo, si así lo desea. ¿Por qué no? El amor no será regido por la moral o la ética de otros. Y follar no será un acto impúdico relacionado al cuerpo. Ni menos se relacionará el sexo con secretos o prácticas inmundas. El sexo no será tema de los matinales y los curas no perseguirán a los niños. Me imagino que se legislará por todo y para todos. Y cada uno optará por el tipo de familia que le sea empática y de su agrado.
En el reino de lo feo, en las ciudades con vitrinas y pantallas con ofertones de belleza, Hija de Perra es el borde real. Su obra abre las interrogantes con una pachotada radical, con una estética vanguardista, que supera el encanto de travestimos o el efecto engañoso del camuflaje. Y sus preguntas se responderán más allá del desarrollo de la tecnología o la biotecnología y la genética. Tal vez cuando sepamos que solo somos un reflejo, un holograma indescifrable atrapado en la carne, o cuando nos demos cuenta de que nuestro erotismo viene de nuestra herencia mamífera. En fin, ni hablar de cómo nos veremos y qué diremos en ese minuto. ¿Será importante entonces el intelecto? ¿Servirá de algo leer? Tal vez ya adivinemos todo con un solo el parpadeo o un simple saludo, como “hola, soy Hija de Perra”.