Floripondio, la perrita que escarbó frente al edificio más alto de Chile

La llegada de la voluminosa escultura de Antonio Becerro a Chile coincidió con días agitados y un inédito paro de los funcionarios de Aduanas, lo que obligó a que la obra permaneciera retenida en las bodegas del principal terminal aéreo de Santiago. Finalmente, luego del acuerdo entre los trabajadores y el gobierno y una singular campaña en las redes sociales, donde se pedía “liberen a Floripondio”, la gigantesca figura inflable de 15 metros de altura pudo ser instalada frente al edificio Costanera Center, donde miles de personas, entre bocinazos, viajes acelerados de transeúntes y conductores y protestas de otros sindicatos en huelga, no pocos se formularon la misma pregunta: ¿Qué está buscando este perro?

-¿Cómo resumirías la experiencia de “Floripondio” en la tercera versión del festival Hecho en Casa? Fue un montaje bastante accidentado por la paralización de los funcionarios de Aduanas.

-No podía ser de otra manera, fueron muchas emociones, que van desde la alegría a un montón de nervios. Se trata de una obra mayor no solo por su tamaño, sino por lo que significa en lo profundo para mí. “Floripondio” era un tributo a mi querida Flori, una perrita a la que yo quería mucho y que fue mi modelo en múltiples trabajos escultóricos. Que todo resulte bien en el espacio público en una cuestión desesperante, porque el artista nunca tiene el control total.

-En términos de intervención urbana, ¿quedaste conforme con el emplazamiento de “Floripondio” frente al edificio Costanera Center, que se promociona como el más alto de Chile y el continente?

-Sí, sí, no del todo, pero sí. Quiero decir que no me acompañó el clima, porque originalmente el festival estaba pensado para otra estación del año, no en otoño. La instalación, como se ve en las fotografías, funcionó en su emplazamiento y la respuesta de la gente siempre es asombrosa. Una niñita le preguntó a su padre: “¿Por qué el perro esconde la cabeza?” y el papá le respondió: “Está haciendo un hoyo para esconder tus juguetes”. Eso es para mí la fantasía urbana.

Floripondio frente al Costanera Center

-Tú nunca habías trabajado con estas grandes figuras inflables. ¿Qué te pareció la factura que realizaron los chinos a propósito de una escultura original tuya en fibra de vidrio y en un formato bastante distanciado del tamaño real?

-La precisión de los chinos me asusta; es asombroso como lo hicieron. Es una obra de corte y confección hecha casi al callo de la escultura original que mostré en el Museo Nacional de Bellas Artes. Les quedó tan bien que tiene la apariencia de la escultura y no de un mono inflable, recurso de la publicidad. Ciertamente es una obra pop que se sirve de ese soporte y factura para causar un efecto inmediato y de asombro. Por eso elegí también el color naranja y una tela fosforescente.

-Considerando que las grandes figuras inflables se han utilizado preferentemente en la publicidad, como tú señalas, ¿crees que dicho soporte pueda transformarse en una alternativa para la escultura?

-Muchos instaladores y escultores lo han ocupado en sus obras e intervenciones públicas. Creo que, a estas alturas, es un medio muy usado porque es una tecnología de punta que se corresponde con su época. Por lo tanto, es absolutamente legítimo si quieres usarla en tus conceptos y materialidades de obra.

-¿Habrá nuevas estaciones para “Floripondio”?

-Sí, pronto aparecerá por ahí. Como los perros, por aquí o por allá, sin previo aviso ni permiso.

-¿Qué te pareció la reacción del público frente a la obra? ¿Qué comentarios te llamaron la atención?

-En general, para todos resultó muy sorprendente y divertida. Por ese espacio transitan miles y miles de personas cada día y a cada hora, y te puedes imaginar la cantidad de fotos que se tomaban con la obra. Aparte de la niñita con el padre, me llamó la atención el comentario de otro niño, quien, sin saber que el trabajo había sido confeccionado al otro lado del mundo, sentenció: “Este perro se está yendo para China”.

Fotografías: Archivo Perrera Arte