El largo periplo de «Encontraron cielo»: ¡Cuidado, perros bravos!

Por Jorge Lobiano

Si bien algunos entraron y olfatean curiosos el hall central del Museo Nacional de Bellas Artes, ello no significa que estén domesticados, porque lo que Antonio Becerro y su jauría del Centro Experimental Perrera Arte atacan son, precisamente, las condiciones canónicas de único e irrepetible que, según Ticio Escobar, fueron establecidas desde Europa para identificar el arte moderno.

A través del oficio de un arte colectivo y repetitivo, la exposición «Encontraron cielo» da cuenta de otras modernidades posibles. Con casi cien personas (una por perro) participando en el concepto, manufactura, montaje aéreo y producción, se llegó a la quinta parada de un largo callejeo, que incluyó, entre otras detenciones, un primer sobrevuelo por el Patio de los Perros de la Escuela de Artes y Oficios de la Universidad de Santiago y un descanso en un árbol plantado por el Premio Nacional de Arte Gonzalo Díaz en el Museo de Arte Moderno de Chiloé (MAM).

En todas las estaciones se desplegó un montaje prefabricado a partir de un ejemplar canino que ya no tiene la factura a la manera de la revolución industrial, como producción en serie de unidades idénticas, sino del modo post industrial, es decir, como series de unidades distintas.

¡ADVERTENCIA! Los quiltros que deambulan por el exterior del museo son parte de la instalación.

Fotografías: Jorge Aceituno. Freddy Ibarra, Álvaro Vidal, Rodrigo Prieto