Claudio Pérez retrata la desaparición de los desparecidos
Claudio Pérez es uno de los fotógrafos emblemáticos de la dictadura. Hace un par de años, a propósito de los númerosos registros audiovisuales que se desclasificaron como motivo de los 40 años del golpe militar, fue común ver su imagen delgada y su abundante cabellera crespa en medio de cuanta protesta o enfrentamiento con la policía hubo en esos tiempos, particularmente en los 80, cuando la gente empieza a rebelarse y salir a la calle.
Ha pasado el tiempo y, por estos días, con un talante no tan distinto y el humor que lo caracteriza, Claudio Pérez retrata con extremo cuidado, arriba de un andamio y apoyado en un trípode, las placas con los rostros de los detenidos desaparecidos que el mismo montó en 1999 en el llamado Muro de la Memoria, en el puente Bulnes, a escasos metros de la Perrera Arte.
El mural contiene más de 950 fotografías que él mismo buscó, reprodujo y luego grabó sobre cerámica y que ahora, tres lustros después, empiezan a caer y deteriorarse producto del paso del tiempo, la contaminación, el maltrato de los peatones y, sobre todo, el abandono.
“Es singular lo que ocurre, pero este mural de los desaparecidos también tiende a desaparecer”, reflexiona Claudio Pérez instalado en medio de la paradoja. “Desde hace unos años vengo haciendo el registro del estado de deterioro del mural como una manera de enfrentar la situación de este sitio de memoria con nuestra indolencia social”, agrega el fotógrafo.
La obra llevará por título “Necrosis” y se podrá ver en la nave central de la Perrera Arte desde los primeros días de septiembre. “Necrosis viene del griego y significa cadáver. Es la expresión de la muerte patológica de un conjunto de células o de cualquier tejido, provocada por un agente nocivo que causa una lesión tan grave que no se puede reparar o curar”, dice Claudio Pérez, apegado al pie de la letra a un diccionario que traduce a la perfección su propio pensamiento.
Un adelanto del trabajo exhaustivo que presentará en septiembre pudo verse en la exposición “Ritos y memoria” que el fotógrafo presentó en el GAM, a propósito de la cual José Pablo Concha, académico del Instituto de Estética de la Universidad Católica de Chile, escribió: “La historia de este muro es alegoría de nuestra propia indolencia, el registro fotográfico de la condición material en que se encuentra hoy este monumento se nos impone como un nuevo cadáver. (Los rostros de los desaparecidos) se transforman en cuerpos en descomposición condenados a la desaparición”.