“Doméstica feral”, once alumnos porteños cuestionan la domesticación de los artistas

Como “un montaje efímero” fue descrito por los académicos de la Universidad de Playa Ancha la exposición “Doméstica feral”, que once alumnos del taller de expresión gráfica de la licenciatura en arte de esa casa de estudios realizó en el Centro Experimental Perrera Arte, espacio que tiene una larga de historia de colaboración con la UPLA.

El grupo de expositores -integrado por José  Acevedo, Marcelo Díaz, María José Figueroa, Ivanna Gómez, Andrés Jácome, Yasira Mansilla, Diego Moncada, Fernanda Quintana, Gabriela Pacheco, Ricardo Sandoval y Tania Tamayo- trabajó solo por 48 horas en la factoría artística del Parque de los Reyes, período de tiempo en que montaron, expusieron y desmontaron su trabajo en el lugar bajo la dirección del reconocido artista plástico de Valparaíso Mario Ibarra, Paté, quien cuenta las características de la experiencia.

-¿En qué consistió la exposición en la Perrera Arte?

-La muestra se planteó como un ejercicio de taller que recogió las propuestas de un grupo de once alumnos de la carrera de arte vinculados al taller de expresión gráfica. Los trabajos eran de realización individual y colectiva, y los participantes abordaron en sus propuestas diferentes producciones simbólicas, las cuales fueron realizadas in-situ durante esos dos días de montaje y exhibición, con el despliegue de medios mixtos y diferentes habilidades para solucionar los problemas que presentaban sus propuestas.

-¿Cuáles fueron los pies forzados de cada trabajo y sobre qué parámetros se hizo la evaluación?

-Como pie forzado se exploró el sentido de emergencia de las propuestas (obras) de jóvenes artistas en formación desde un accionar comunitario para hacerse cargo de un lugar con las características de la Perrera, espacio que alberga las diferentes empíricas de lo vivencial, de lo experimental y de lo contemporáneo desde una gestión autónoma, características que se pretendían transferir a los jóvenes participantes de esta muestra.

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-Tú has estado con tus alumnos en varias oportunidades en la Perrera. ¿Por qué eliges habitualmente este lugar?

-Primero, porque la Perrera trabaja desde el margen y es un lugar que ha acogido por casi 20 años múltiples y diversas propuestas artísticas abiertas a la comunidad; es un “laboratorio de ideas” que se ha fortalecido como un hito para las nuevas generaciones de artistas. En segundo lugar, por las características del espacio, de su arquitectura interior, que se presenta como un reto para cualquier artista y, en particular, para los jóvenes estudiantes, que deben poner en valor sus habilidades y competencias para hacerse cargo y montar sus propuestas visuales, lo que permite una metodología de trabajo que dirige la mirada a lo social-vivencial como fundamento para su desarrollo en el campo del arte.

-¿A qué aludió el nombre de la muestra, “Doméstica feral”?

-A la dicotomía que se pone de manifiesto en los jóvenes artistas en su etapa de formación: ser domesticado o permanecer en estado salvaje. La pregunta es: ¿Cuál es el espacio de una real autonomía o cómo permanecer en estado feral?, palabra de origen latino que denomina al animal que pasa del estado doméstico al salvaje o al animal que nunca ha sido domesticado y no quiere serlo, un animal que vive en estado silvestre, pero descendiente de los individuos domesticados. También habla de los niños que han sido abandonados y fueron criados por bestias.

-¿Cómo estás viendo la enseñanza del arte en Chile? En ese mismo sentido, ¿cuál sería el elemento distintivo que estás incorporando en el trabajo con tus alumnos?

-Para responder lo haré desde una posición cautelosa, porque desconozco la generalidad y dudo que exista una. Ni desde la práctica ni desde la teoría creo que podamos encontrar una verdad de cómo enseñar y aprender arte. En lo rutinario, dialogan los modelos históricos tradicionales y los modelos emergentes en el ámbito de la pedagogía artística. Los talleres son espacios reflexivos donde se viven y se construyen aproximaciones al tema, como en mi caso y, probablemente, en el de otros artistas-pedagogos. Lo que sí tengo claro es que el arte no es un hecho aprendible, es un saber humano totalmente vivencial, por lo cual trato de crear los espacios que aglutinen lo tradicional con los postulados más renovadores de la cultura contemporánea. Mi labor pedagógica apunta a incitar permanentemente a los estudiantes a la autonomía y la autodidaxia, para realizar su producción artística a partir de nuevas preguntas sobre el lenguaje y la naturaleza del arte, pero desde una sólida formación disciplinar, para desde ahí y solo desde ahí, cuestionar las estructuras disciplinarias e implementar los enfoques interdisciplinarios, transdisciplinarios y transculturales necesarios que el conocimiento y el campo del arte contemporáneo hoy demandan.