Coloridos vitrales pop de James Rizzi sorprenden en una iglesia alemana
Desde hace una semana, los oficios religiosos en la iglesia de Kreuzeskirche, en la ciudad alemana de Essen, tienen un componente inédito. Los fieles portan libremente sus celulares y, como se puede observar en su respectiva página de Facebook, muy pocos pierden la oportunidad de fotografiarse frente a los dos nuevos e imponentes vitrales del templo: «Padre e hijo» y «Jesús es vida», que fueron diseñados por el desaparecido artista estadounidense James Rizzi (1950-2011).
Los vitrales no serían nada extraño en una iglesia sino se tratara de las dos primeras obras pop que pasan a ocupar ese privilegiado lugar del ingreso de la luz en un templo. Rizzi los pensó poco antes de su fallecimiento, pasaron varios años y colectas públicas para financiar el proyecto y, finalmente, el colorido imaginario de figuras ingenuas, propias incluso del cómic más comercial, preside los rituales más elevados de dicha comunidad religiosa evangélica. Solo los grises parecen haber sido exorcizados de esta propuesta lúdica que invade el territorio reservado a las estéticas más formales y tradicionales.
Rizzi nació y murió en Nueva York, desde temprano estudió y abrazó el pop, pero fue en Alemania donde encontró un eco impensado para su trabajo luego de convertirse en el primer norteamericano contratado para diseñar las estampillas oficiales del estado germano. Pionero en el uso de la tecnología de tercera dimensión, el artista incursionó en las más variadas técnicas y soportes, pero siempre tuvo la inquietud de llevar su universo creativo a la vida cotidiana, cuestión que también empezó a concretar en una localidad alemana, Braunschweig, en uno de cuyos tradicionales barrios levantó a partir de 1999 la Casa Feliz Rizzi, una construcción que rompe con todas líneas arquitectónicas de Ackerhof por su forma y colorido, aunque igual ha sido integrada a los recorridos turísticos de la ciudad por el contrapunto estético explícito que busca establecer.
«Hay que mirar la vida con ojos inocentes, que son los ojos del otro también», declaró alguna vez Rizzi. «No me canso de mirar lo bello en el mundo y no hay que olvidar que existe una lengua común para todos nosotros: una sonrisa», agrega el primer creador pop que ingresa en la categoría del arte religioso y que murió con el sueño de realizar y dirigir la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, él único ritual del planeta entero, como le gustaba recordar.
Fotografías: Facebook Kreuzeskirche