Claudio Pérez: «En cada uno de nosotros hay un detenido desaparecido»

Si algo caracteriza a Claudio Pérez es el humor, por lo general negro, que exhibe hasta en las más apremiantes situaciones. En la época de la dictadura, mientras los fotógrafos recorrían en manada la ciudad tratando de retratar la crueldad de la policía, sus comentarios ácidos siempre permitían una pausa entre carreras, gritos y lumazos. De seguro ese humor le ha servido también para sobrellevar la titánica tarea de reconstruir una fracción dolorosa de la historia de Chile a partir de los testimonios de las familias de las víctimas, aquellas que confiaron en él y le entregaron el último o el único recuerdo, un pedazo de fotografía para que, en 1999, este artista visual levantara el Memorial de los Detenidos Desaparecidos en el puente Bulnes.

Consagrado de lleno a la imagen, Claudio Pérez da un paso adelante y, a partir del deterioro de su propia obra, presenta ahora en la Perrera Arte «Necrosis», una muestra en que la fotografía penetra en la materia, se vuelve orgánica y, con la sensibilidad de sus propias emulsiones -«para todos mis proyectos personales solo uso formato análogo, no me acostumbro a la tecnología digital», dice el artista- vuelve a poner el dedo en la herida.

-Volvamos un poco el tiempo atrás. ¿Por qué decidiste hacer el Mural de los Detenidos Desaparecidos y por qué elegiste el puente Bulnes para realizarlo?

-El año 1997 fui invitado a la ciudad medieval de Módena, en Italia, a montar una exposición llamada «Chile, la memoria oxidada». En un paseo por la ciudad visité la catedral y, en la parte exterior del campanario, que daba a la plaza pública había un mural fotográfico con rostros: eran los retratos de los partisanos asesinados por el nazismo durante la II Guerra Mundial. Encontré potentísimo que la ciudad, la iglesia y la comunidad le rindieran homenaje a esos partisanos antifascistas y me recordó inmediatamente los rostros que portan hasta el día de hoy los familares de los detenidos desaparecidos en Chile. Luego, el año 1998, presenté un proyecto al Fondart con la idea de hacer un mural en homenaje a los detenidos desaparecidos en Chile, solo que la elección del lugar era otra, pero no hubo el permiso. Es una historia larga de contar pero interesantísima. El primer lugar escogido fue la catedral de Santiago en el muro exterior de piedra que da a la calle Bandera, solo que el obispo (Sergio) Valech no me lo permitió, ya que a la derecha de este país no le era posible tener esos retratos mirándolos en todas las procesiones a la virgen del Carmen, patrona del Ejército. Luego recorrí otras posibilidades hasta que, en conversaciones con el MOP, me sugirieron la plaza Joan Alsina. Yo pensaba que era mejor instalarlo por la pared del puente Bulnes, para que la gente que pasa por allí en auto o bus tuviera la ocasión de verlo, pero tampoco tuve el permiso. Finalmente hablé con Claudio di Girólamo para hacerlo junto a la cruz que está en homenaje a Joan Alsina. Me habría encantado que estuviese a los costados de la cruz, pero a Claudio no le gustó la idea y tuvimos que instalarlo en la pared interior del puente Bulnes, escondido de todo, en el borde de la periferia, casi para que nadie lo viera. Lamentable.

-Tú hiciste un largo periplo para recolectar las fotos de los detenidos desaparecidos. De todo ese proceso, ¿cúal fue la historia que más te conmovió?

-Creo que fueron muchas las historia y lugares que me conmovieron en mi viaje a través del país en búsqueda de las fotos que no existían en ningún archivo aquí en Santiago. Pero hay una en Antofagasta, en una zona pobre del puerto, donde vivían los hermanos de una señora detenida y desaparecida. Esta señora era esquizofrénica y una noche de 1973 decidió salir de noche en su moto en pleno toque de queda. Dicen que la detuvieron a balazos y luego hicieron desaparecer su crimen.

-De todas las fotos que lograste reunir, ¿hay alguna que tenga una carga especial para ti? ¿Has seguido esa imagen en el tiempo?

-Las recuerdo todas. Las veo cada cierto tiempo, las reconozco una a una. La que tiene una carga o sentimiento especial es la una pareja en traje de baño en la playa en un momento feliz de sus vidas, es la de Lincoyán Yalu Berríos Cataldo y su mujer, padres de mi amiga Marisol Berríos, quien tuvo sus hijos en el mismo colegio que los míos, con los cuales hemos compartido tantas alegrías y tantos dolores. Hacen parte de nosotros, son nuestra familia. Por eso digo que en Chile, en cada uno de nosotros hay un detenido desaparecido. Quién no conoce a alguien que sufre la angustia permanente, el dolor inacabado.

-Además de las condiciones ambientales conocidas, el proceso de deterioro que ha sufrido el mural tiene que ver también con los materiales empleados. ¿Por qué elegiste la impresión sobre cerámica en el proyecto original? ¿Barajaste otras opciones en ese minuto? ¿Hoy día habría otras alternativas para lograr mayor proyección en el tiempo de la fotografía?

-Bueno, en ese momento no existía la impresión digital sobre la variada posibilidad de soportes que hay hoy día. La elección de la cerámica hecha a mano, igual que la emulsión, era para que la tierra convertida en greda y ésta a fuego en horno devolviera a los retratados a la tierra, buscaba simbolizar un entierro digno, acogedor, cálido. La emulsión y grabado de las imágenes fueron espectaculares, lo que ha hecho estragos no es solamente la contaminación lumínica y de polvo, sino que el agua que escurre a través de las ranuras del puente, la que penetra entre la emulsión y la cerámica haciendo que ésta se vaya descascarando y cayendo con el tiempo. Por un lado es lamentable, pero por otro se ha convertido simbólicamente en el estado de putrefacción de la memoria hoy en Chile. Es una imagen latente que sobrecoge y conmueve aún más, ya que es una segunda desaparición y definitiva.

-¿Tu registro actual ha sido con la mejor tecnología disponible? ¿Por qué no nos cuentas por qué elegiste esa cámara, ese formato, esa película y no otras alternativas?

-Hoy la tecnología es digital, pero yo no me acostumbro a ella y para todos mis proyectos personales trato o uso el formato análogo, es decir película fotográfica de 120 mm, fotómetro, trípode y una cámara de medio formato con velocidades muy lentas y aberturas de diafragma muy cerradas para que capture todos los detalles de las placas, la tela de araña, el polvo, la cicatriz de la emulsión, el color, la herida.

-Las imágenes que has logrado son de una impresionante definición. ¿Qué te ocurre cuando logras entrar en la fotografía, recorrerla y penetrar prácticamente en el mundo propio de cada imagen?

-Es penetrar en los poros de la piel de los que allí están aún mirándonos. Es una suerte de descubrimiento del dolor profundo, penetrar en la cicatriz de la tortura, en el grito de la muerte.

-Varias veces te has tenido que enfrentar y trabajar en el puente Bulnes. ¿Qué sensaciones y percepciones te genera ese lugar?

-Es un espacio simbólicamente muy potente, hay que recordar que allí fueron fusilados muchos jóvenes pobladores, estudiantes, obreros y un cura español, Joan Alsina, que junto al Muro de la Memoria construyen una especie de catedral de la memoria. Es un lugar de sitio, de memoria, sobrecogedor y muy abandonado, como todo hoy en el país.

-Querámoslo o no, el memorial está en relación con el curso que ha tomado el proceso histórico en Chile. ¿Ha cambiado tu mirada más política entre el momento que hiciste el memorial y hoy?

-Antes todavía pensaba que valió la pena tanto sufrimiento y sacrificio de tantas personas que lucharon contra esa dictadura fascista, económica y militar, que hasta el día de hoy existe y donde los culpables se pasean frente a las cámaras de televisión y son nuestros congresales y nuestros ministros y presidentes. Encuentro que ha habido un gran engaño a todas y todos los que se jugaron por entero por recuperar la democracia, pero no esta democracia, ya que aún estamos atados al sistema brutal en lo económico y social. Ha sido un engaño y sigue siéndolo. Estoy decepcionado de esta clase política y no sé qué va a suceder si no cambiamos esto a tiempo. Puede ser un pensamiento pesimista, pero los hechos de hoy en día así lo demuestran. Solo los jóvenes podrán hacer el cambio real, nosotros ya estamos enterrados.