Claudio Correa al abordaje: «La pobreza del arte chileno radica en su falta de demencia»

Edición de Pablo Asenjo

Camina abstraído por las inmediaciones del barrio y nos responde con un gesto divertido, como quejándose de un lumbago, cuando lo sacamos de su concentración. Claudio Correa acaba de presentar un barco gigantesco en su primera exposición individual en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), el más tradicional de los espacios de arte en el país, y, a pesar que está plenamente satisfecho con la reacción del público frente a su trabajo visual y sonoro sobre los inmigrantes, titulado “Libertad, igualdad, fatalidad”, con su breve torsión corporal también nos indica el trabajo físico que conlleva toda obra en formato monumental.

“El proyecto surgió como un site specific para el MNBA”, cuenta Correa, un artista infatigable que tiene un abultado recorrido de obras, formatos y exposiciones, incluida su participación en «Resurrectas», el año 2000 en la Perrera Arte, donde realizó una instalación con pintura, y una intervención a una escultura canina de Antonio Becerro, que forma parte de las obras de itinerancia de la factoría del Parque de los Reyes.

-¿Cómo fue la recepción del público en el museo?

-Intensa, los espectadores rompieron con sus comentarios, fotos y publicaciones en las redes sociales el viejo cliché de que “a la gente no le llega el arte contemporáneo”. Claro está que esta es una obra de varios niveles de lectura y el querer adentrarse en ella queda a voluntad del espectador.

-Dado el formato, soporte y tamaño, me imagino que la obra tuvo importantes costos de operación y mano de obra.

-Los costos más altos son en el tiempo y el desgaste físico. Por ejemplo, el dolor lumbar por cargar, junto a cuatro amigos, un mástil de 200 kilos. El trabajar a escala real en todo orden de cosas puede convertir tu espacio de trabajo en un teatro de la crueldad, debido a la exigencia que ello impone. Esto resulta llevadero solamente teniendo un equipo humano comprometido con el proyecto, como lo fueron en su colaboración los profesionales de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago.

-Al igual que tú, Norton Maza y Antonio Becerro expusieron últimamente en el MNBA.  ¿Se dio por coincidencia generacional, trayectoria de cada uno o constituye una especie de consagración del trabajo?

-Dudo que exista la decisión para que sea una especie de oportunidad generacional para el recambio de los viejos estandartes. Por otro lado, que la muestra sea solamente por nuestra trayectoria, sería quitarle mérito a los proyectos, o sea, a la obra misma realizada in situ, motivo principal por el cual se movilizan los espacios y los recursos para artistas que están plena actividad. Respecto a la consagración por medio del arte, no la conozco en Chile y tampoco me partiría la espalda por una eventual consagración.

-¿Hacia dónde va el barco de los inmigrantes, está prevista alguna itinerancia de la obra?

-Sí, hay ofrecimientos, pero son cosas que hay que analizar una vez terminada la exposición.

-¿Qué te parece la actual escena nacional de las artes visuales?

-Creo que en general las escenas creativas en Chile tienen como principal postergación la falta de circulación. Sobre su riqueza y aporte, tendríamos que definir ¿cuál escena de arte en Chile? La de Santiago, o las de regiones, etcétera. Entrar ahora en esas definiciones me parece aburrido. Por otro lado, tampoco me metí al arte porque quisiera ser un aporte para el país. Si a través de mi trabajo se visibilizan contingencias que atañen o no a la sociedad es porque antes estas me interpelan como sujeto de manera personal. Por ejemplo, cuando hice la exposición “No se gana como robando”, el año 2002 en la galería MuroSur, el Sename ni siquiera era tema en el país.

-¿Por qué hay tanta precariedad en el escena nacional de las artes? ¿Es material o mental?

-La pobreza radica en su falta de demencia, en general en los trabajos veo demasiado calculado hasta dónde se quiere llegar.

-¿Cuántos “Correazos” necesita el chileno duro de cabeza para hacer más viable y respirable este país?

-No lo sé, el huevo salió podrido.

Fotografías: Archivo Claudio Correa