Clara Yáñez, pensamientos: “Cultura es lo que queda cuando olvidas lo aprendido”
Por Josefina Márquez y Pablo Asenjo / fotografías: Pool Perrera Arte
Además de dibujar, pintar, construir esculturas y juguetes de madera, tocar guitarra y chelo, alimentar a sus aves o leer los más impensados autores, Clarita Yáñez Rivadeneira -cuya primera exposición se podrá ver hasta el domingo 30 de octubre en Perrera Arte- es una profunda observadora de la naturaleza humana.
A sus 84 años, la hija del escritor Juan Emar (Álvaro Yáñez Bianchi, 1893-1964) disfruta con sus pensamientos, los repasa a lo largo de las horas y finalmente los lleva al papel, aunque reconoce que hay emociones que no se pueden describir. Más abajo se recopilan algunas reflexiones que Clarita Yáñez ha hecho en sucesivas conversaciones, realizadas en diversos formatos desde 2019, por el artista visual Antonio Becerro. Dos de estas entrevistas se pueden leer completas en esta misma página bajo los títulos “Todos necesitan amor, hasta el más misero gusano” y “Una de mis mejores vidas fue en la fiebre del oro de California”.
Cuerpo y alma
“Yo separo el cuerpo del espíritu, de mi espíritu no se puede hacer un árbol genealógico. A mis ancestros les agradezco el cuerpo sano y fuerte que me dieron, el alma mía no sé de dónde viene”.
“El cristianismo es una monstruosidad, una religión con pecado y sentimiento de culpa. Creo que de las religiones es la más castigadora y traumatizante del mundo. ¿Cristiana yo? Ni Dios lo permita!”.
“Nunca he entrado en el bosque de Contuy (Queilen), todavía no me convenzo; después de todos estos años acá en Chiloé, no me atrevo. No sé, yo soy de las estepas, del sol, del desierto, de la luz”.
Ideas
“Uno cuando chica siente cosas que no puede describir, ni menos escribir. Una vez que uno crece y les pone nombre a los sentimientos empieza a entender más lo que le pasa”.
“De mis ideas primero tengo una síntesis, pero después tengo que trabajar intelectualmente para aclarar mis sentimientos y emociones. Luego las llevo al lenguaje. Pero hay emociones que no se pueden describir”.
“El conocimiento adquirido y el conocimiento aplicado son lo mismo: el primero se recibe, el segundo se ejecuta”.
“La información se almacena en la memoria, la cultura alimenta el alma. Cultura es lo que queda cuando has olvidado lo que aprendiste”.
“La gente trata de colgarse hasta de los apellidos”
La perfección
“Creo que todos portamos en el alma la perfección, lo que no quiere decir que la ejerzamos. Creo que esa perfección es un atributo de todos, aunque actualmente esté bastante olvidada y perdida por la vorágine del mundo. Creo que hoy está agazapada y que va a aparecer, digo yo, en el momento de crisis”.
Juan Emar
“Respeto a cualquier creador, pero me espanta el personaje que la gente ha hecho de Juan Emar, cuyo nombre significa en francés ‘estoy hasta la tusa’”.
“Solo he leído de Juan Emar los primeros libros, que escribió cuando era joven. Y de esos solo recuerdo el de un personaje que va galopando por un paisaje y, mientras avanza, va describiendo lo que siente y comenta lo que ve sobre el caballo. Me pareció poético, simpático y bien escrito, pero obviamente no me marcó, no me cambió el alma”.
“Del Papo Juan Emar recuerdo el olor, lo recuerdo en bata escribiendo y muy poco más. El Papo se fue enamorado de una francesa y se fue, se nos perdió. Regresó viejo, flaco, sin ni uno, solo con su abrigo y una maleta. Así lo devolvió la francesa, que al parecer le chupó toda la plata”.
“Me da una lata que piensen que, porque soy hija de Juan Emar, tengo algo de él. La gente trata de colgarse hasta de los apellidos. Sí, bueno, tengo la mitad de los genes. Ahora, anda a saber tú que, con la cantidad de genes que tiene una persona, cuales quedaron en sus hijos”.
“Juan Emar publicó solo una vez en Chile. La crítica no le hizo mucho caso, yo creo que él estaba muy adelantado a su época. Después mi abuela, la Momo (Rosalía Bianchi Tupper) requisó, compró todos sus libros de la primera publicación y los ocultó por vergüenza a que su hijo fuera un escritor, un extravagante. Yo vengo de la aristocracia, con marquesa y todo en la familia. Se salvaron algunos libros guardados en un ropero, pero después, con una lluvia, se mojaron y el ropero reventó, así que todos los libros se fueron al carajo. Creo que tengo en una bodega por allí un par de esos libros que se salvaron. Bueno, nunca más después de ese episodio publicó, pero nunca dejó de escribir; es decir, hay originales, pero no sé qué es de ellos. Tampoco tengo claridad de por qué dejó de publicar, no sé si porque no le interesaba el mundo o le afectó mucho la frustración, el ego, el rechazo de la crítica. No sé si decidió que el mundo no le interesaba o, sencillamente, le interesó más su obra que publicar, pero nunca dejó de escribir en todo el resto de su vida”.
“Creo que todos portamos en el alma la perfección”
Mujeres
“No tengo idea qué es eso del ‘empoderamiento de las mujeres’. Talvez no lo sé porque estoy desinformada, pero creo más bien que es porque no me interesa”.
“Las mujeres siempre me han dado desconfianza, siempre tienen una doble lectura, como que siempre ocultan y quieren conseguir algo, hasta la más frágil, inocente y débil se las trae. En cambio, los hombres son como son: si el tipo es un hijo de puta, no lo oculta, es como es, lo demuestra. Y tú sabes cómo es y te relacionas con él sabiendo que es una mierda; aunque lo oculte no pasa inadvertido”.
Artistas
“¿Por qué existe la necesidad de perpetuar (objetos artísticos)? Yo creo que es una angustia frente a la impermanencia, frente a que nada es real y todo pasa. Son las ganas de apoderarse de lo que uno considera belleza”.
“No junto al artista con la persona; no mezclo la obra ni el creador con la mierda de personaje que se puede llegar a ser. Para mí la obra es el golpe y la felicidad que me entrega y las puertitas que me abre. Además, la cantidad de artistas infames, abusadores de niños, chaqueteros, vanidosos, competitivos, sinvergüenzas y mezquinos que hay. Ellos fueron tocados por el dedo de Dios y tuvieron un talento que está al margen de las pequeñeces humanas”.
“Una vez sentí desprecio. Recuerdo cuando niña a un intelectual erudito español, José Ricardo Morales. Yo sentí que solo vomitaba cosas que había leído, no decía nada de él. Sentí un rechazo a él por su discurso y yo era muy chica, tenía nueve años”.
La niña salvaje
“Yo fui educada por una institutriz. Pero además era una niña medio salvaje, me la pasaba jugando, tuve una infancia feliz, estudie solo hasta cuarto preparatoria. Cuando fui a un colegio normal, la Alianza Francesa y el Manuel de Salas, fue un fracaso, me sentí muy mal, hablaban de política y tenían las uñas sucias. Fui clasista sin saberlo y le dije a mi madre que nunca más quería ir, me daba vergüenza. Así que me sacaron y me eduqué más libre en relación a otros niños”.
“Tengo una serie de genes y mezclas de apellidos. Rodríguez, Rivadeneira, el padre de Juan Emar era Eliodoro Yáñez y así. De mi genealogía y de mis ancestros al que más amo es a Manuel Rodríguez, su personaje es grande”.
“Todos somos frágiles en algún punto”
Amor y afecto
“Los perros tienen mucho que decir en afectividad. ¿Has visto cuando un perro te mira a los ojos?”.
“Me gusta que me quieran y a mí me gusta querer. Todos necesitan amor, hasta el más mísero gusano. Sí pues, el que cree que no, se engaña a sí mismo”.
“No me gusta que me adulen, pero me gusta compartir y que me quieran. Todos somos frágiles en algún punto, delicados, así que todos necesitamos cariñito. Lo peor que te puede pasar cuando das cariño es que te escupan, solo eso, pero en ese caso el problema es de quien escupe”.
Ermitaños y vagabundos
“Me espanta la idea de que mis monos se conozcan, no me interesa en lo absoluto. Yo soy feliz haciéndolos y los quiero; me gusta compartir mi espacio con ellos. Aquí calladitos y solos. ¿Me entiendes? Que los demás sepan de mí y lo que hago me da pavor”.
“No podría ser catalogada de ermitaña. No soy de esas personas que, al pasar tanto tiempo solas, creen que todos están en su contra; esos seres son muy sensibles con las críticas que se les hacen y ven fácilmente un insulto en los que se les dice. Es muy difícil relacionarse con ellos porque interpretan palabras bien intencionadas como insultos, piensan que todo es un ataque”.
“Yo tengo mi vagabundo borrachito preferido que no es ermitaño, le doy platita para su vinito y habla conmigo, tiene una mirada muy profunda y tierna. Cada vez que voy a Castro converso con él”.
Fiebre del oro
“Una de mis mejores vidas fue cuando estuve por la fiebre del oro en la Baja California. No encontré nada de oro, no me hice rica, pero sí encontré un verdadero oro impagable en las noches y las mañanas allí, un aprendizaje único, sublime, sobre el ser humano, sus sueños, lo que mueve las ambiciones, en un paisaje conmovedor muy adentro de cada uno. Toda esa gente de distintas partes del mundo, todos con la ilusión de encontrar oro, que no era otra cosa más que encontrar la ilusión de la vida, el sentido singular de la existencia”.
Coordenadas
Qué: “Clarita Yáñez en la Perrera”, retrospectiva de Clara Yáñez Rivadeneira en el Centro Experimental Perrera Arte
Cuándo: La exposición permanecerá abierta hasta el domingo 30 de octubre, de martes domingo, en horario de 15 a 20 horas
Donde: Perrera Arte, Parque de los Reyes s/n, Avenida Balmaceda, entre Bulnes y Cueto
Se considera la prudencia sanitaria
Entrada liberada. Estacionamiento interior gratuito.