Caiozzama: “Las obras tienen su tiempo de vida y yo voy registrando cuando mueren”


Javiera Anabalón
Investigadora de arte
Javiera Anabalón
Licenciada en letras y estética, magister en estudios latinoamericanos.
Desde 2014 Caiozzama se encuentra dedicado a tiempo completo al arte urbano y este año se integró a la colección de obras del Centro Experimental Perrera Arte con “Capitano”, un collage en honor al recién fallecido guardián del espacio cultural del Parque de los Reyes. Fotógrafo de profesión, trabajó en el diario El Mercurio por varios años, pero luego decidió irse a recorrer el mundo, período en el cual su fotografía se amplía desde el registro exclusivamente periodístico hacia la creación y la investigación en torno al arte y la diversidad cultural. Vivió en República Dominicana, en China y se tomó largos períodos en Europa fotografiando y averiguando sobre las técnicas del collage, stencil, graffiti y pintura callejera.
Al llegar en 2014 a Chile, rápidamente y de manera casi compulsiva, Caiozzama comenzó a pegar pequeñas imágenes por distintos rincones de la ciudad, hasta que se animó a ampliar sus formatos, lo cual le permitió al mismo tiempo el despliegue de los contenidos políticos y sociales que hoy caracterizan su obra. Hasta ahora, calles y centros culturales de Santiago y Buenos Aires han sido sus principales soportes, pero en estos días prepara su primera intervención en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá. Su obra, llena de humor y sarcasmo, denuncia la ridiculez de los líderes criollos, la idolatría por el consumo y los vicios virtuales de la época, entre otros temas, los cuales, al ser de absoluto conocimiento popular, hacen partícipe a todo transeúnte de manera transversal.
-¿Cuándo y dónde te empezaste a entusiasmar y planear tu obra?
-Empecé a cachar en Londres. A mí siempre me ha gustado el street art, pero cuando llegué a Chile me puse a revisar mis cosas y me encontré con collages que había hecho hacía mucho tiempo, de fotos de mis amigos a las que les ponía otros cuerpos a modo de juego, todo análogo. Fue una suerte de revelación igual porque no me acordaba de eso. Y bueno, fue en Europa que empecé a coleccionar street art, a sacarles fotos a todas las obras que me interesaban, hasta que en París descubrí la técnica del papel sobre la muralla.
-¿Cómo fue ese descubrimiento?
-Mi amigo Félix, que vivía en París, me pidió que lo acompañara a visitar la ruta de un tren abandonado que está en el centro de la ciudad, un tren de los años 30 que cerraron en los 80. Es un tren como en altura, un pequeño círculo, y toda esa zona está cerrada. Es imposible saber por dónde entrar y Felix había descubierto una forma. Cuando lo vi por dentro no lo podía creer, estaba lleno de arte callejero, era un lugar alucinante, y ahí me llamó la atención que había mucho papel pegado, incluso más que rayados. Pero no eran simples posters, eran obras mucho más elaboradas. Félix me dijo que lo único que sabía es que la ley era, al parecer, más castigadora con los que rayaban que con los que pegaban y que quizás por eso se veía tanto esa técnica. París es una ciudad absolutamente rayada, esta todo rayado, hasta los autos están rayados.
-¿Cuándo empezaste a hacer tus primeras intervenciones?
-Después me fui a vivir a China y ahí hice un stencil por primera vez. Pero en China es muy peligroso andar pegando o rayando cualquier calle, la dictadura es bien dura, sobre todo si piensan que haces algún tipo de propaganda, te pueden hasta matar. Entonces no me atreví. Pero cuando llegué a Chile me relajé y empecé a pegar como loco. Pegaba como diez figuras diarias de superhéroes por todas partes, pero eran muy chiquititos. Hasta que me lancé con formatos más grandes de más de una pieza.
-¿Cuál es la técnica específica que usas? Si se puede contar…
-Simplemente con papel Bond, el de las impresoras, sobre el muro. Es un puzzle que se pega. Entonces como el papel reacciona, a mí lo que me gusta es despegarlo y volverlo a pegar, y ahí para mí queda perfecto. Se le van las grietas, las burbujas, queda súper bien. Hay mucha gente que me escribe que piensa que es pintura. No tengo problemas con contar cuál es mi técnica, pienso que hay compartirla. Lo que haces con la técnica es lo propio, las ideas, las imágenes, esas siempre serán personales. Por otro lado soy súper maniático. La obra tiene que tener un inicio lógico en el espacio, por ejemplo las imágenes de personas tienen que estar justo en el suelo, para que parezca como si estuvieran ahí. También en la fotografía soy muy meticuloso con el ángulo para que, cuando la pegue al muro, funcione su tridimensionalidad.
-¿Te escriben harto? ¿Qué reacciones genera tu obra?
-Es increíble la reacción. De todo tipo. Me escribe mucha gente, me piden ocupar las imágenes de mis obras para distintas cosas, y yo a todo digo que sí. La gente me agradece igual, y comenta. Yo le contesto a todo el mundo. Hay un solo hueón que me odia, que es el que le hizo una cruz en la cara al monje con la capa de Louis Vuitton que está en Monjitas, pero lo voy a restaurar, por primera vez en la vida voy a restaurar una obra. Se lo merece el monje. Fue uno de los primeros grandes que hice, el 1 de noviembre de 2014. Va a cumplir tres años ahí. Son muy diferentes las reacciones de las personas, tengo fotos de gente meditando frente al monje, por ejemplo. El transeúnte reacciona harto, algunos trabajos los cuidan más que otros. Las obras tienen su tiempo de vida y yo voy registrando meticulosamente cuando mueren. Hay otras obras que las intervienen, como el caso del John Wayne que está en la Alameda, al que fueron trasvistiendo de a poco: primero le pusieron los labios, después los ojos, es muy interesante ver como las obras mutan. La reacción de las personas es en general buena, pero igual hay algunos que me dicen: “Ay, tú que atacái las redes sociales y Faceboook, y participas de eso mismo todo el tiempo”. Y claro, es verdad yo paso pegado al teléfono y si no hay internet me muero, pero mi obra es un reflejo nada más de lo que soy y de la sociedad en la que vivo, una especie de auto hueveo.
-Tu obra no solamente se restringe a la calle, sino que también has accedido a exhibirla en espacios interiores como el GAM, Radicales y diversas galerías como Madhouse, AFA y Espora. ¿Cuál es tu visión con respecto a ese tránsito de la obra urbana al museo o a la galería?
-Me interesa todo lo que suceda con mi obra y, aunque se exhiba en espacios interiores, sigue teniendo su origen en la calle y sus referentes en la cultura popular. A veces voy a ver exposiciones y hay muchas obras que no entiendo, y a lo mejor si me la explican la entiendo y bacán, pero en ese sentido, mi obra es facilita está hecha para que todos la entiendan, para que la vea un obrero que va caminando por la calle o alguien que nunca haya entrado a un museo, o un viejo cuico que anda todo el día en auto y se encuentra con mi trabajo en el GAM. Mi obra se compone de puros iconos reconocibles por todos, iconos de la tele, que están en casi todas las casas chilenas, superhéroes, etcétera. Y también trata sobre temas de actualidad, y a veces cosas que la gente no sabe, de las cuales yo me he ido enterando y que me importa contar.
-En ese sentido tu obra sigue teniendo entonces un rol periodístico o, al menos, informativo.
-Sí, totalmente. Por ejemplo no todo el mundo sabe que hay varias marcas de mierda, que están acá en Chile y que contaminan y explotan a sus trabajadores. Y la gente llena las tiendas y compra nomás, sin saber que sus bajos precios son precisamente bajos porque hay otras personas que lo están pagando con esclavitud y abuso. Por un lado, ese es un rol periodístico que toma mi obra, sí, pero por otro lado también me enteré porque yo mismo me compraba ropa de esas mismas marcas de mierda sin saber lo que pasaba. Hasta que vi un reality en el que metían modelos a trabajar a las fábricas de la ropa que ellas modelaban y me impresionó mucho.
-De ahí surge la polémica obra de H&M.
-Sí. Con esa imagen pasaron mil cosas porque yo además puse en la obra “pida su 25% de descuento mostrando esta imagen en la tienda”. Y llegó mucha gente a la tienda exigiendo su descuento. Los de H&M se enteraron antes de que yo pegara la obra, no sé cómo. Y me llamaron y me preguntaron qué tenían que hacer para que yo no pusiera la obra. Pero les dije que no podían hacer nada porque yo iba saliendo a pegarla en ese minuto. Y después la intervinieron cuidadosamente y la usaron como publicidad. Muy loco.
Fotografías: Camila Sánchez Andueza, Gonzalo Goya, Antonio Becerro, Archivo Caiozzama