Beatriz Alcalde y la Compañía I.D.E.a: independencia institucional y estética
Por Javiera Anabalón, Indonesia
Como viene siendo tradicional desde hace seis años, los días 15, 16 y 17 de enero de 2016 la Compañía de Danza Experimental I.D.E.a presentará su temporada de verano en el Centro Experimental Perrera Arte. La obra escogida esta vez es “Hay que caminar soñando”, trabajo coreográfico de Beatriz Alcalde que a mediados de 2015 fue seleccionado para la primera versión del Encuentro Coreográfico Sala Arrau del Teatro Municipal, oportunidad en que le correspondió presentarse junto a “Yeny”, de Isabel Torres.
Además de la importancia que esta iniciativa del Teatro Municipal tiene por sí misma para el circuito de compañías independientes, el evento adquirió una significación particular al interior de la trayectoria de I.D.E.a en relación a la dificultosa apertura que ha tenido esta compañía por parte de la escena contemporánea de la danza en Chile. Si bien el trabajo de dirección y coreografía de Beatriz Alcalde es bastante extenso y lleva presentándose por más de 17 años con I.D.E.a en diversos encuentros, festivales y espacios, su dificultad para encajar en la categoría de “lo contemporáneo” desde la opinión del medio, le ha costado años de rechazos de fondos y de participación en los escenarios más taquilleros de Santiago.
Lo interesante es que dicha crítica lejos de perjudicar o ralentizar el trabajo, ha resultado por el contrario un impulso creativo potente y ha dotado finalmente a esta compañía de una auténtica independencia tanto institucional como estética. Sin querer defender, victimizar, ni tampoco subestimar en esta ocasión el inmenso trabajo de este grupo, al cual pertenecí por casi 12 años, me resulta interesante observar, a la hora de intentar describir su lenguaje y discurso, de qué manera las nociones de “dificultad” y “conflicto” aparecen como elementos claves al interior de sus métodos de entrenamiento y creación, al igual que de sus concepciones en torno a la danza y “lo contemporáneo”.
La preparación de la caída
Pocas palabras describen de manera tan precisa mi experiencia con la danza y con I.D.E.a como los conceptos de dificultad y conflicto, los cuales finalmente entendí, acepté y agradecí como los impulsos más potentes del arte, la sensibilidad y la creatividad. Sin conflicto no hay movimiento, ni experiencia, ni existencia. Ningún organismo puede sobrevivir en la quietud absoluta, o dicho de otra forma, el movimiento es una condición de lo vivo. Si bien todo cuerpo que encuentra el placer y el descanso tiende a permanecer en ese estado inmóvil e imperturbable, una vez que dicha satisfacción cesa, ya sea por hambre, frío, sueño o cualquier otra necesidad, el cuerpo vivo se ve eyectado nuevamente al movimiento, a la modificación de su postura y a su traslado en el espacio. Existiría entonces una suerte de “conflicto” o “carencia de resolución” primordial asociada al movimiento y así también al arte del movimiento. La danza en todas sus dimensiones es, de una u otra forma, una experiencia de conflicto en el sentido que exige una resolución en el plano físico, mental, emocional, social, político y cultural, y sobre todo en un grupo tan diverso e involuntariamente femenino como lo es I.D.E.a, donde el trabajo de diálogo y de resolución suele volverse a veces tremendamente complejo.
Lejos de ser un estilo al cual puedan atribuirse rasgos particulares, la danza contemporánea para Beatriz Alcalde es la celebración misma de ese estado de carencia, de crisis, que incita al movimiento en un plano físico y, en un plano cultural, a la reformulación permanente de los códigos no solo en la danza sino que en todo el arte de los últimos tiempos. A diferencia de las etapas anteriores en la historia de la danza, lo contemporáneo es para Alcalde la era del descontrol, de la caída y el vértigo, por lo que su entrenamiento, considera ella, debiera exigir una familiarización por parte del intérprete con la sensación de control para luego poder acceder a su desprendimiento, para luego saber soltarlo. Por esta razón el entrenamiento en I.D.E.a no solo incluye el ballet sino que una amplia gama de otras prácticas traídas por maestros invitados de diversas escuelas y disciplinas, para dotar a sus integrantes de una cierta capacidad decodificadora de lenguajes, además de la pérdida del miedo a la “caída” que suscita la danza contemporánea; como diría Alcalde “para formar bailarinas valientes”.
El repertorio de la crisis
Fue esta decodificación y conflicto, esencia de la contemporaneidad, lo que Beatriz Alcalde intentó plasmar en la obra “Tusolus, cuerpos deshechos cuestionando el derrumbe” del año 2010, en donde, a propósito del recién ocurrido terremoto, se recuperaba la figura del derrumbe para describir el contexto chileno, tanto con respecto a sus instituciones y discursos hegemónicos como a los cuerpos que lo habitan. Resulta anecdótico y un tanto gracioso el hecho que esta obra fuera rechazada para la convocatoria Conexión Danza 2011, en el Centro Cultural Matucana 100, por “falta de contemporaneidad”. Sin querer cuestionar el criterio y decisión del jurado de ese entonces, menciono este hecho porque a partir de dicha respuesta tuvimos conciencia como compañía de que, independiente de lo transgresora que pudiera ser la obra, habían elementos fundamentales en nuestro trabajo como compañía que impedían “el ingreso al mundo contemporáneo”, como la utilización del cuerpo de baile como masa homogénea y el fuerte vínculo entre el trabajo coreográfico y la música. Este último elemento, sobre el cual no hablaré en esta ocasión dada su complejidad, es efectivamente uno de los trabajos más profundos de la compañía y no tiene que ver con un simple “bailar con música”, sino más bien con un estudio del ritmo y la incorporación de este concepto en el trabajo emotivo-corporal. Lo que sí cabe mencionar a propósito del trabajo del ritmo en I.D.E.a es que éste se basa en un entendimiento del movimiento como un fenómeno esencialmente dialéctico, articulado en estas nociones de conflicto y resolución efímera que aquí se intentan desglosar.
El año 2011, a modo de antítesis de “Tusolus…”, aparece “Oigadá”, una coreografía con música de Mahler calma y minimialista, en la cual cuerpos invertidos daban cuenta de una quietud bajo la cual se escondía una inestabilidad caótica. El concepto de conflicto esta vez dejaba de exponerse como crítica o desastre, sino que se aceptaba como estado permanente y natural del individuo. La danza se entiende aquí como una manifestación calma del conflicto y el conflicto mismo como resolución pura de la danza. Luego, en 2012, la obra “Mudanza”, a través del símbolo de la maleta, propone la crisis como camino de transformación. Una pila de maletas construida por las mismas bailarinas al final de la obra remiten también a dichas nociones de inestabilidad y caída, las cuales van apareciendo cada vez más claras como estandartes de I.D.E.a.
Conforme a esta lógica de positivación de la noción de conflicto, el remontaje de la bien recibida y solicitada “Re-Consagración de la primavera” en 2013, si bien se intentó aprovechar como trabajo interpretativo y creativo -puesto que la obra se modificaba en cada presentación-, para Beatriz Alcalde en cierta forma significó un retroceso en el trabajo de experimentación y decodificación que se había puesto en marcha desde “Tusolus…”, pues al ser una obra ya montada, ya sabida y bien recibida, suavizaba en cierta medida las dificultades y conflictos que se habían asumido como necesarios para el crecimiento interpretativo y creativo de la compañía. Sin embargo, en este período el elenco empieza a crecer y a diversificarse de manera radical, lo cual se traduce de todas formas en la propulsión de un nuevo período de laboratorio, el más potente y crítico que ha tenido la compañía diría yo, del cual nacen las obras “La torre de H2O”, con coreografía de Francisca Silva, “Sensemayá” (2014) y “Hay que caminar soñando” (2015).
Todo este repertorio, desde 2010 aproximadamente, significó un proceso profundo de concientización por parte de Beatriz Alcalde y del grupo I.D.E.a de sus propios fundamentos y herramientas como compañía de danza contemporánea y sobre el posicionamiento que tomarían al interior del circuito dancístico.
Conforme al interés de I.D.E.a por la reformulación constante de sus propios métodos y fundamentos, aparece también en 2010 como un espacio privilegiado de experimentación y como un verdadero aliado en el soporte del arte independiente, el Centro Experimental Perrera Arte, en el cual la compañía llevado a cabo cinco temporadas y otras performances. La Perrera además ha significado para I.D.E.a un desarrollo considerable en cuanto al trabajo con el espacio y a su apreciación como un organismo vivo, determinante y modificador de la experiencia del movimiento, con el cual también hay que establecer un diálogo y resolver conflictos.
No nos preocupa ser contemporáneas
A I.D.E.a pueden entrar todos: con y sin técnica, con y sin experiencia en la danza o en las artes escénicas, cualquier tipo de cuerpo, cualquier edad, hombres y mujeres, sin importar gustos, intereses o tendencias. Lo que se les exige a sus integrantes es, en primer lugar, un compromiso con el trabajo, lo cual se traduce en detalles como cumplir con los días de entrenamiento acordados y puntualidad. En segundo lugar, una actitud de respeto hacia el trabajo y hacia el grupo. Y por último, resolver, dentro de las posibilidades de cada intérprete (lo cual se traduce finalmente en una exigencia antes creativa que técnica) lo que exige la coreografía, la cual de todos modos siempre se estructura en función de la heterogeneidad del grupo. Para Alcalde, mientras mayor sea el desafío en el trabajo mayores serán las herramientas creativas y expresivas, pero ese manejo y adaptación a tal “dinámica de la dificultad” requiere una tenacidad, paciencia y humildad realmente difíciles de sostener en el tiempo. Se quedan por lo tanto en I.D.E.a los que aceptan el conflicto -la “experiencia experimental I.D.E.a”- y se van los que deciden renunciar a él.
El problema finalmente de “si somos o no contemporáneas” a Beatriz Alcalde le tiene sin cuidado. Siempre ha importado más el proceso en I.D.E.a que los resultados y en ese laboratorio es donde cree se encuentra la verdadera danza contemporánea. Muchos de los ejercicios y propuestas no dieron los resultados esperados, varias veces se han tenido que modificar los métodos y muchas veces la obra no se logró interiorizar lo suficiente, pero siempre el error y el problema finalmente ha sido lo que ha hecho a I.D.E.a y a Beatriz Alcalde seguir avanzando, creando y resistiendo. En I.D.E.a la danza es un proceso creativo tanto colectivo como autopoiético extenuante y liberador , que opera en las posibilidades que ofrece la incomodidad, la carencia y el conflicto para traspasar los propios códigos, los propios límites del cuerpo en movimiento.
Fotografías: Marianela Martínez, Ana Bustamante y Patricio Melo (Teatro Municipal de Santiago)