Beatriz Alcalde: “Es muy difícil sostener tu propia danza sin caer en depresiones”

Por Héctor Muñoz

Hablar con la coreógrafa Beatriz Alcalde cada año por esta misma fecha resulta un buen ejercicio para comprender la intimidad de una compañía de danza independiente, formada casi exclusivamente por mujeres, que intenta mantener en alto los códigos del arte contemporáneo en Chile. Aunque el despertar de lo femenino ha estado siempre presente en su poética, esta vez, al cumplir una década de presentaciones en la Perrera Arte, la Compañía I.D.E.a llega a su tradicional estreno de verano con un título que no permite ambigüedades, ya que “Sororidad”, el nombre de la obra, es una palabra que, a la luz de las manifestaciones callejeras en varias partes del planeta, entró en 2018 por derecho propio al diccionario de la Real Academia Española de la lengua (RAE), que otrora demoraba lustros en darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor.

“Sororidad ha sido, estimo, la temática de 2018. Es la fraternidad entre nosotras, las mujeres, pero no en su término ‘frater’, que es bastante machista. Sor es hermana y sororidad es hermandad entre las hermanas, entre las féminas de una nueva civilización que viene emergiendo en esta segunda década del siglo XXI. Sentí una fuerza interior muy potente para llevar a escena esta realidad actual. Y qué más honesto y sincero para plasmarlo que un grupo de doce mujeres en su quehacer cotidiano como artesanas de su propio cuerpo en la danza. Ha sido una experiencia fuerte pero muy enriquecedora, sobre todo en la creación de la obra, que ha tenido como exigencia obligarse a llevar esa cotidianidad a la abstracción y a la contemporaneidad para no caer en el gesto literal”, dice Beatriz Alcalde, directora de I.D.E.a, que esta vez comparte la coreografía con Francisca Silva, ambas integrantes en distintos momentos del Ballet Nacional Chileno (Banch).

-El tema de la mujer no es nada nuevo para ustedes, en todo caso. Incluso podría decirse que es el asunto principal de sus 17 años de historia como compañía.

-Claro, nuestra condición de agrupación femenina nos da la facilidad de tener el material a trabajar ahí mismo, calentito y en bandeja. Es espantosamente difícil trabajar con un grupo casi exclusivamente de mujeres: somos mañosas, domésticas, habladoras, quejumbrosas, lunáticas, sensibles por días y en otros nada, pero así nos llegó y así somos. Por eso hay que sacarle el jugo y estrujar nuestra realidad, sacarnos ahora a nosotras mismas la radiografía más sincera de nuestra historia como mujeres. Nada de recurrir a trozos de vivencias personales como en anteriores trabajos. Sin embargo, como toda obra, “Sororidad” tiene un transparente argumento, un hilo conductor articulado por las secuencias del compositor italiano Luciano Berio.

-¿Por qué eligen esta obra de Berio (1925-2003)?

-Con Francisca Silva jugamos todos los años a buscar en qué está la universalidad para encontrar la música adecuada para la obra a engendrar. Esta vez escuchamos la voz de la mujer que salió a las calles y nos dijimos: “La voz, hay que trabajar con la voz”. Esta vez fue Francisca la que sugirió la “Sequenza” para voz de Luciano Berio y yo le respondí: “Ahí está”. La coincidencia fue poética porque yo siempre tuve como referencia esta pieza musical, que fue la que utilizó Patricio Bunster en “La Quintrala”, obra nunca bailé, obvio, era para los grandes solistas en el Banch, pero que siempre miré y observé en los ensayos. Al igual que con “La consagración de la primavera” (Igor Stravinski, 1913), siempre me decía a mí misma: “Algún día haré una coreografía con esta partitura”. Quizás suene un poco soberbio, pero la verdad es que eran sueños y utopías de juventud que veía imposibles de concretar. Pero la vida a veces va por otros rumbos y aquí estoy respondiendo acerca de Luciano Berio luego de casi 20 años. Esta “Sequenza” para voz la trabajó Francisca sola; ella es el cable a tierra que me dice: “Tus sueños ya se hacen realidad y tienes una discípula que es una gran coreógrafa”.

Imagen principal: Valery Espinoza / «Tul» / estreno 2018 / Compañía I.D.E.a

-Sin temor a caer en la literalidad, ¿qué asociaciones hicieron entre los instrumentos escogidos y las escenas propuestas en la obra?

-Pucha, la relación es bien fome y literal, como tú dices, pero el resultado del trabajo está dado por este cruce de música, gesto y nueva identidad. La flauta está asociada a la jaula y las manos de una mujer tocando el arpa al secreto porque, debemos coincidir, en ello hay una sensualidad infinita. De la voz ya hablamos y el piano, el rey de la percusión y de una orquesta, la base de muchas partituras, sin duda es la ley. Para la caricatura del piropo, escogimos el oboe, que es como el sonar de las articulaciones de un maniquí. En el caso de la viola, me dejé llevar por el sonido ensordecedor de la secuencia y, luego de escuchar mil veces las 14 secuencias de Berio, concluí que la liberación estaba en el violín. Debo reconocer que esta composición es bien actual y que no le es grata a cualquier espectador, que produce rechazo y reflexión, como el arte contemporáneo en general. Sin embargo, como me considero una coreógrafa “corazón de abuelita” que siempre intenta acercar el público al arte contemporáneo, generalmente busco un regalito para el final, lo que si bien me produce una repulsión interna espantosa, igual siempre termino cediendo (ríe).

-Se observa un elenco más acotado que en anteriores temporadas, en las que I.D.E.a llegó a tener más de 30 bailarinas en escena. ¿Qué ha pasado con la compañía en este año?

-De más está decir que hacer danza y arte en general en este país es casi imposible de sostener. Teniendo en cuenta aquello, creo nuestra compañía ya pasó de ser adolescente a una adulta joven (ríe) y, por lo tanto, ya no es necesario ese sistema tan piramidal que teníamos antes de coreógrafa, mamá y maestra casi obligándolas a todas a ser bailarinas a la fuerza. Yo veo en todos un ser bailarín y, cuando alguien me confiesa aquello, ese secreto, me largo con mi pasión casi enfermiza para que haga realidad ese sueño de bailar. Pero generalmente se arrepienten en el camino porque nadie sabe lo difícil que es lograrlo. Entonces empieza una situación de tira y afloja muy inmadura, hasta que todo revienta mal y se muchas se retiran. Luego nos amigamos con mucha sororidad (ríe) y cada una continúa con el camino que eligió. Yo sigo aquí, aunque es muy difícil sostener tu propia danza sin caer en depresiones y en dudas importantes; hay que ser muy valiente para seguir y también para dejar la danza, porque duele mucho. Ambas vivencias son verdades. Por esas razones vamos quedando pocas, aunque trabajando y creando más en comunión.

-Me imagino que eso se vuelve más complejo en el nulo escenario de cooperación del Estado, que si bien no tiene en su ideario y constitución la belleza, algo podría intentar. Por sanidad pública, digo yo.

-Exacto, nula cooperación. En 2018 presentamos ocho proyectos, cinco tipo Fondart y tres más privados. No sacamos ni uno, pese a que quedamos en primer lugar en lista de espera. ¿Qué son esas listas de espera? Entre esos proyectos había uno muy lindo de danza con mujeres en Villarrica, ya que mi hija Dominique se fue a vivir allá y la sororidad creció hasta la Araucanía. Este rechazo desmoraliza y asusta. A nadie le interesa un puto centímetro lo que ocurre con la danza. Creo que la gran enseñanza de todo esto es que hay que ser humilde, aceptar resultados, aceptar reglas, aceptar leyes o, de lo contrario, salir a defenderse. Hay que ser autogestoras, ya no existe el artista cómodo que, con su talento, se queda en el escritorio esperando que llegue la subvención. Tenemos que aprender, desgraciadamente, a ser ingenieros de nuestro arte y no quedarnos con nuestros propios lenguajes, que quizás nadie entiende. En resumen, aprender a relacionarnos mejor con la sociedad, quizás de una manera también más contemporánea de hacer arte. Ya no somos minoría, somos sociedad, parte de una nueva civilización más integral y sorora.

Coordenadas

Qué: “Sororidad”, nuevo montaje de la Compañía de Danza I.D.E.a

Coreografía: Beatriz Alcalde y Francisca Silva

Música: Luciano Berio (“Sequenza”)

Intérpretes: Compañía de Danza I.D.E.a

Cuándo: Jueves 17, viernes 18, sábado 19 y domingo 20, a las 21.30 horas

Dónde: Centro Experimental Perrera Arte, Parque de los Reyes s/n, Avenida Balmaceda entre Bulnes y Cueto.

Adhesión general: $ 4.000

Estacionamiento gratuito.