Beatriz Alcalde: “El tul es una tela hipócrita; es áspera pero en escena se ve sublime”
Por Héctor Muñoz
Desde hace nueve veranos, desde enero de 2010, la Compañía de Danza I.D.E.a presenta todas sus obras de la temporada en el Centro Experimental Perrera Arte. La agrupación está integrada casi exclusivamente por mujeres, cambia de modo radical cada año, han llegado a ser más de 30 intérpretes en movimiento y ahora, que ya no está Capitán, el guardián de la factoría artística, para recibirlas o alterar más de alguna escena, volvieron con un acotado elenco de 12 bailarinas y un bendito bailarín para estrenar “Tul, textura”, un trabajo que, como su nombre lo dice, alude a la tela e indumentaria más clásica y característica del ballet. La coreografía esta vez fue una realización colectiva en torno a una creación de la directora de I.D.E.a, Beatriz Alcalde, quien responde en esta entrevista.
-¿Por qué vuelven al tul y al tutú? ¿Cuánto de aceptación o negación de ese material, de esas prendas y de esa tradición hay en esta obra?
-La historia de mi vida queda estampada y tatuada en mi alma. Por lo tanto, no puedo obviar el hecho de haberme colocado un tutú blanco bailando de cisne; luego un tutú largo, también blanco, para interpretar “Las sílfides” de Frédéric Chopin; un tutú blanco nuevamente para ser parte del choclón de Willis, las mujeres traicionadas por sus novios en “Giselle” (Compañía de Ballet de Santiago); luego en el Ballet Nacional otro tutú muy colorido habitando las canciones de Janis Joplin y desgarrándome en el escenario. ¡Uf!, en fin, estaba en deuda con esa sensación tan poética y tan extraña de esta tela de la danza, el tul. Pero debo decir, honestamente también, que es solo una linda e inocente excusa para echar a volar esa creación que me hace perder la razon cada año que viene. No debe ser casualidad tampoco que, últimamente, los grandes diseñadores de vestuario recurran a esta tela para sus ostentosos, elegantes y tan fantasiosos vestidos de las galas internacionales: a veces uno no sabe si esta viendo un ballet o es una pasarela de París. En la obra solo positivizo mi historia, nuestra historia, la sumo al día de hoy, no reniego de nada. Al contrario, solo las experiencias son una sumatoria de elementos para enriquecer una obra. Trabajo la textura, la información emocional de ésta, la necesidad de unión entre vértices y vértices para concluir en un telar, una telaraña, un bordado o lo que quede a la imaginación. En relación a los colores, luego de “Hay que caminar soñando”, que era todo blanco y negro, venía la ansiedad humana y glotona del color.
-¿Por qué dices que el tul es una tela hipócrita?
-Porque es una tela tosca, dura, casi transparente que no se ve entre sus espacios vacíos romboidales. Es áspera, pero en escena se ve todo lo contrario: sublime, etérea, volatil, siempre en suspensión, lírica, con el color muy presente. ¿Extraño no?
-¿Qué elementos de la música son los que gatillan tu decisión de incluir determinada obra en tu trabajo coreográfico? ¿Cómo funcionó eso en el caso de “Credo”, de Arvo Pärt?
-La decisión de trabajar con tal o cual música nunca sale de mí, se me impone desde la casualidad del entorno. Solo me preocupo de abrir al máximo mis poros sensibles y escuchar: pasa poco tiempo y allí está, aparece. Estaba oyendo un programa de Film & Arts y de pronto escucho el “Preludio en do mayor” de Johann Sebastian Bach, que era la base de nuestra anterior obra. Era una recomposición de esa pequeña obra de Bach: era una cosa histriónica, coral, fuerte, muy potente, y luego retomaba el preludio. Me detuve, miro y era el “Credo” de Arvo Pärt. Listo, ahí estaba la próxima obra de 2018. Empecé a escuchar todas sus obras e hice una selección de acuerdo al bordado coreográfico que iba resultando de los talleres de improvisación. Arvo Pärt recurre a la historia todo el rato, aparecen pinceladas de Bach, Tchaikovsky, etcétera. Era el compositor para “Tul, textura”.
-¿Les costó tomar la decisión de integrar personas externas en la obra?
-La idea de incorporar personas externas a la obra surgió de la experiencia de un pre-estreno de “Tul, textura” en la Ciudad Abierta de Ritoque el 4 de octubre, día en que ellos celebran a San Francisco de Asís, que es como el compañero poético de ese espacio. Nosotras siempre hacemos actividades con los alumnos del taller de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso, gestión que realiza la bailarina de I.D.E.a. Francisca Silva, que vive en ese maravilloso lugar. En esta oportunidad ellos se encargaron de construir el escenario, de componer desde “Tul, textura” y de ser parte de este credo final, bordando con nosotras y desde nuestros cuerpos este telar abstracto. Fue muy fácil y muy bonito, ellos se entregaron absolutamente a la experiencia, fueron como la sombra de cada intéprete. Les llamamos los doce apóstoles. Ritos, tradiciones, locura, negación de los colores, justo llega el Papa a Chile, caen los muros tradicionales, cae el tul, caen los políticos, pero salen hipócritamente los mismos. ¿Qué onda, ¿Chile país de hipocritas? Todo se conjuga fácilmente, todo se redondea y borda un petit point 2018 muy extraño. Estos apóstoles de negro son los seres cotidianos que sin ningun prejuicio entran al final de la obra a participar de un credo gestual, ojalá muy verdadero y simple. El “Credo” de Arvo Pärt.
-¿Qué lugar ocupa la obra “Tul, textura” en la producción de la Compañía I.D.E.a, que viene de realizar una retrospectiva de sus 15 años de vida como compañía independiente, cuestión que bien pudo entenderse como el fin de un ciclo?
-El compartir con el espectador nuestros 15 años de existencia también fue un tatuaje de nuestros gestos en nuestra danza. Hemos sido bien rigurosas en el escuchar críticas y, sobre todo, en escucharnos a nosotras mismas. Conflictos tras conflictos, dale que dale muy fuerte, así son los procesos creativos. El hacer danza es comunicarte ciento por ciento con tu voz interna y con tu historia. Por lo tanto nos propusimos trabajar el gesto ciento por ciento real, sin mentiras gestuales. Alguien por ahí un día nos dijo luego de ver “La consagración de la primavera” que parecíamos haditas verdes, que no había verdad femenina ni verdad gestual. Fue fuerte escuchar eso, me fui para adentro y lo conversamos mucho y, desde esa mierda de día, nos hacemos llamar ex haditas verdes.
-¿Qué hicieron entonces?
-Silencio, pausa, moverse desde la pausa interna hasta que viene ese demonio que te hace cambiar tu estado y mover un dedito quizás, pero desde lo mío. Hemos estado meses y meses trabajando acerca de esto. Inventamos un método para llevar adelante una creación, estudiamos mucho. Entonces puedo decir orgullosamente que “Tul, textura” ocupa el lugar de importancia de entender cómo se llega a construir una obra no solo desde mi cuaderno, sino desde el de cada una de nosotras. Esta obra no es el resultado final, la obra es el proceso mismo de creación, que ha sido maravillosamente dificil. Poetizar la abstracción desde la verdad de cada una. Primero encontrarla y luego hacerla danza de hoy sin clichés ni códigos ya leídos tantas veces. Transformar la lectura tan balletomana del tul en una lectura muy poética y abstracta. En el tul, al igual que en la danza, sin unión no hay textura, no hay color, no hay forma ni emoción. Esta es una obra con mucho trabajo de contacto entre grupos, bailamos sin soltarse jamás; si nos soltamos, desaparecemos.
-¿Qué viene después de este breve ciclo en la Perrera Arte para “Tul, textura”? ¿Intentarán algún tipo de itinerancia o entrarán de lleno en una nueva obra?
-No tengo idea que pasará luego de este período. La Perrera para nosotras tiene justamente esa importancia artística, nunca se sabe, pero pasan tantas cosas irreales allí que solo se puede pensar en un futuro luego que viviste tan apasionada y desgarradoramente ese presente Perrera. En la temporada de la Perrera nacen nuestras obras año a año y luego comienzan a caminar, correr, saltar, danzar y a moverse.
Fotografías: Valery Espinoza Galdames
Referencias del estreno de la obra
Qué: Estreno de la obra “Tul, textura”, última producción de la Compañía de Danza Experimental I.D.E.a
Creación: Beatriz Alcalde Cordero
Coreografía: Colectivo I.D.E.a.
Música: «Credo», de Arvo Pärt
Intérpretes: Camila Araya, Érick Campaña, Ana María Coloma, Catalina del Valle, María Elena Gamboa, Belén Garderes, Verena Klawitter, María Paz Lizana, Dominique Patri, Daniela Portilla, María José Riquelme, Carolina Seguel, Yesenia Silva y Luz María Venegas.
Invitados: Doce danzantes cotidianos y poéticos que cooperarán en el bordado y formación del petit point coreográfico.
Cuándo: Enero de 2018.
Dónde: Centro Experimental Perrera Arte, Parque de los Reyes s/n, Avenida Balmaceda entre Bulnes y Cueto.