Arte y represión en la era de Google
Por Javiera Anabalón, Xiamen, China.-
Del mismo modo que la decapitación de esculturas en Mosul por parte de integristas islámicos, la borradura de las obras de Pikoenelojo Stencil y Antonio Becerro en la ribera norte del río Mapocho responde a un proyecto de prevención e higienización imaginaria.
Durante mucho tiempo, el arte no respondió a la sensibilidad o antojo del artista sino que a las representaciones de una tradición que resguardaba el orden establecido. Pero hoy el arte es el discurso popular, una racionalidad individual, alternativa y reticente a una conciencia capitalista (1) que ha devenido en un sistema violento y represivo, donde la política se ha vuelto una superestructura de los negocios y el mercado una suerte de neo-barbarie (2). Con los mayores índices de desigualdad del planeta y un gobierno que, a pesar de vender los recursos del país a un reducido grupo de familias, insiste en lucir una máscara socialista, Chile hoy es un emblema reluciente de aquella racionalidad instrumental, de aquella conciencia capitalista delirante.
La persecución y destrucción del arte, la decapitación de esculturas (Museo de Mosul, febrero de 2015), la prohibición de determinadas imágenes o íconos, responden a un proyecto de prevención o más bien de “higienización imaginaria” por parte de un grupo social que desea el poder pero que se ve incapacitado de enfrentar y contraargumentar discursos alternativos al suyo en el ámbito púbico. La borradura en sí revela un antagonismo entre dos racionalidades cuyas distantes estructuras morales, imposibilitan toda comunicación, toda opción de diálogo. Difícil es pensar una guerra en el plano visual entre el arte y esta racionalidad deseosa de poder, difícil es pensar un intercambio, por lo cual toma lugar la aniquilación de todo mensaje: la negación de toda representación.
En Santiago, el pasado febrero, de manera gris y organizada fueron borradas dos obras de 24 metros cuadrados de los artistas Antonio Becerro y Pikoeneleojo Stencil, pintadas en la ribera norte del río Mapocho. Si bien para los propósitos de eliminación de la imagen este acto represivo viene a ser bastante improductivo ante la masiva difusión que ofrecen las redes sociales, resulta un hecho bastante simbólico y representativo en cuanto a los modos a través de los cuales se han manipulado y fiscalizado las imágenes y el arte en Chile desde la dictadura a la fecha. Así como la televisión abierta ha ignorado el trabajo del cineasta Patricio Guzmán (“La batalla de Chile”, “Salvador Allende”), bastante poco llama la atención de los chilenos el hecho que un canal de televisión abierta recién en el año 2013 (más de 20 años después del plebiscito de 1988) haya ofrecido al público una serie de capítulos con imágenes nunca antes exhibidas de la dictadura. Ante estos y otros tantos ejemplos, resulta fundamental visibilizar una y otra vez los métodos con que los empresarios, a los cuales sirve el Estado, intentan controlar a través de sus medios de comunicación las imágenes que pueden ver los chilenos y, a través de sus centros culturales, el arte que puede ser exhibido en el país.
La televisión y la prensa escrita -otra historia cuenta la radio, desprovista de imagen- han sido siempre los soportes fundamentales de control del poder hasta que internet comienza a invertir la productividad de sus estrategias represivas. Internet ofrece una estructura democratizadora para el arte puesto que, por una parte, permite el desplazamiento de los roles de artista-público-crítico y, por otra, prescinde de los espacios consagrados y legitimadores que tanto intimidaban a un gran número de artistas emergentes. La fiscalización del arte por parte del poder, se ve ya frustrada en la plataforma virtual. Si bien se han desarrollado una infinidad de métodos de control masivos en las redes y múltiples estrategias de segregación del acceso a la información, el control no es ya jamás absoluto, ni posible de acotar a un territorio determinado. Hoy, la obra material sigue siendo vulnerable en un plano físico, pero si es registrable por un dispositivo digital, en el plano virtual resulta indestructible y su difusión incontrolable. En el caso de las obras de Pikoenelojo Stencil y de Becerro, la labor de registro fotográfico la realizó el artista Jorge Aceituno.
Ante el mecanismo masivo de reproductividad de la imagen que ofrece internet, acciones como la borradura de las obras de Becerro y Pikoenelojo no resultan tan graves como la naturalización por parte de la sociedad chilena de ciertas prácticas represivas y de manipulación ideológica implantadas ya en lo más profundo de la vida cotidiana, cuyos objetivos principales apuntan a la prevención del desarrollo del pensamiento crítico.
Es posible reconocer en Chile por parte de los gobiernos post-dictadura una acción programática en favor de un retroceso cultural enrielado específicamente hacia la formación de mentes mercantilizadas y a la prevención del despliegue creativo que lleva consigo el desarrollo de pensamiento crítico. Este “proyecto” de modelación social ha sido implantado a través de una infinidad de pequeñas y silenciosas “medidas” (quizás demasiado pequeñas para la reforma) como el impuesto a la lectura, la reducción de horas de arte y música en los colegios, el reemplazo de la palabra “dictadura” por la de “régimen militar” en los libros de historia o, no hace mucho, el otorgamiento de fondos concursables a empresas millonarias. La naturalización del abuso y de la represión es una de las principales razones de por qué Chile no alcanza aún la democracia y, al mismo tiempo, el objetivo tras la manipulación de la información y la persecución de la expresión del arte por parte del poder.
NOTAS
(1) Max Weber. La ética protestante y el espíritu capitalista (1905). La ética protestante iconoclasta del siglo XVI, una religiosidad enfocada en la eficacia del tiempo y empleo en cuanto al culto y por ello reductora de ritos e imágenes, incide en la formación de una racionalidad instrumental, cada día más eficiente y tonta a la vez, que llega al punto de disponerse en perjuicio de la humanidad.
(2) Bolivar Echeverría. Entrevista a Fernando Rojas
<https://www.youtube.com/watch?v=lTnGZSz5Qrs>
Fotos: Captura de YouTube y captura de Google