Álvaro España, músico y punk a los 49: “Soy súper ateo… No tengo isapre ni Fonasa”


Emilia Duclos
Periodista
Emilia Duclos
Periodista, integrante de revista Córtela.
Han pasado 30 años desde que Fiskales Ad-hok comenzó a tocar en el circuito underground de Santiago, a finales de los 80, y Álvaro España, su vocalista, sigue usando las mismas chaquetas de cuero, pantalones pitillos y poleras negras que lucía cuando hacía saltar y patear a los punkys en las tocatas de plena dictadura. Tiene familia, una casa en Bellavista con perros y gatos y está pensando en contraer unión civil con su pareja, pero su forma de vivir y de estar en el sistema no ha cambiado: no le interesa tener previsión ni contrato de trabajo, no está ni ahí con las redes sociales y sigue componiendo y tocando en su mundo, intentando alejarse de los clichés, los lugares comunes y los panfletos.
España es dj en fiestas todos los fines de semana, acaba de presentarse como tal en L’Arts 2017 en la Perrera Arte, está en la banda Los Raros y con Fiskales tiene fechas para tocar hasta agosto. A sus 49 años, el músico dice que sigue teniendo la misma adrenalina y ganas de crear que cuando tenía 20.
-¿Qué te pasa cuando te subes al escenario con Fiskales?
–Lo mismo de siempre: ataque de nervios brígido. Me pongo muy nervioso aún, como cuando empezamos a tocar en los 80, pero pongo un pie en el escenario, se apodera de mí el demonio y es el máximo éxtasis. A mí lo que más me emociona es estar arriba del escenario.
-¿Sientes la misma energía que cuando eras más joven?
–Total. Es que es una adrenalina especial, súper explosiva, se te pasan todas las enfermedades, los males, todo. Es heavy, a mí me encanta.
-Primero anunciaron la separación de Fiskales y luego se volvieron a juntar. ¿En qué están ahora?
–Tenemos un proyecto estancado, que es un disco llamado «Flagelo» que queremos terminar de grabar en julio y lanzar en diciembre con Pulpa Records, que es de los BBS Paranoicos. Es que antes, como banda, estábamos deprimidos porque teníamos problemas con nuestro manager y no estábamos avanzando. Nos dimos cuenta de que teníamos que hacer un giro y empezar de cero. Y eso hicimos: empezamos a gestionarnos nosotros, a trabajar sin manager y a seguir tocando, porque es lo que más nos gusta hacer. Ahora no tenemos sala de ensayo, no tenemos equipos, ni siquiera instrumentos, pero estamos con todas las ganas de seguir y con un montón de fechas para los próximos meses.
-¿Crees que Fiskales ha ido madurando musicalmente con los años?
–¿Musicalmente? Sí, siempre hay una búsqueda y somos bien perfeccionistas, por eso yo creo que, para todos los años que llevamos, no hemos sacado tantos discos. Son bien cabezonas las cosas que hacemos. Yo, por ejemplo, llevo como tres años tratando de terminar cuatro letras que me faltan, porque soy demasiado autocrítico. Y bueno, como personas… yo creo que no vamos a madurar nunca, estamos cagados (ríe).
-¿Por qué te ha costado tanto escribir?
–Porque cuesta entrar en la volada creativa. A veces llego a un punto en que encuentro todo repetido, todo cliché y me da rabia. Las ideas llegan, como chispazos. Ahora, por ejemplo, ando bien inspirado, más que antes. Con los Fiskales tenemos una temática bien política y es más difícil salirse de lo que ya está dicho, en cambio con Los Raros, que es mi otra banda de post punk y harto rock and roll, nos pusimos a tocar y no paramos de hacer canciones, porque es como más bailable, menos político. Y ahí escribo de personas, de sentimientos, de fracasos, de cualquier cosa, hasta de rancios (ríe).
-¿Qué son los clichés para ti? ¿Las opiniones de Facebook, por ejemplo, son clichés?
–Sí, y ya ni me gusta meterme al Facebook, es un mar de clichés. Lo veo, promociono mis hueás de dj y de Fiskales, pero siempre apago el teléfono o le bajo el volumen. Cada vez pesco menos la hueá porque encuentro muy ahuenao todo. Hay demasiada choreza sin dar cara y eso es vergonzoso. Las redes fomentan todo eso impersonal, de falta de empatía.
-¿Te consideras punky?
–No sé si uno se puede considerar algo. Para mí siempre el punk rock es algo más personal e íntimo que andar con una chapa. Puedes no tener ninguna pinta y ser el hueón más punk. Ser punk es una actitud de vida, son principios y creencias y lo aplicas con tu gente, con tus hijos, con todo. Los estereotipos ya te los pasas por la raja y te dan lo mismo porque ya estás viejo. Siempre me he vestido igual y me voy a morir vestido así. Como Juan Caca, un amigo del punk rock que murió hace poco y se fue a la tumba con su chaqueta de cuero bien puesta.
-¿Cómo adaptas tu estilo de vida a esta visión? Finalmente igual estás en el sistema…
–De todas maneras uno se adapta, porque no vivimos en un cerro o en una cueva. Todo lo que me rodea lo uso a mi manera, a mi ritmo. Yo, por ejemplo, nunca he tenido isapre ni Fonasa, pero mis hijos sí tienen por algo de seguridad. Pero soy súper ateo y eso sí a los niños se los he inculcado. Eso no quita que tú le enseñes a tus hijos principios para que sean buena gente, para que sean solidarios, afectivos, cariñosos. Nosotros nos criamos con el punk rock antiguo que no tiene nada que ver con ir a pegarle a un hueón, sino con el mano a mano, con no ser machista ni homofóbico, con ser respetuoso y caballero. Cuando nosotros éramos chicos, había pandillas de punkys que se agarraban a combos en todas las tocatas y nosotros nos dedicábamos a calmarlos y hacíamos entrar en razón a los hueones. Así paramos las peleas.
-¿Cómo ves a la sociedad en donde hoy están creciendo tus hijos?
–La política la verdad es que me da lo mismo, porque son siempre los mismos hueones. Lo que sí me carga y encuentro triste es que el fruto de una educación mala y pobre se está cosechando y veo que estamos en una sociedad insensible y violenta en el trato con las demás personas. La gente vive histérica y se pelea todo el rato. Vivimos en un mundo maleducado. Y no creo que se pueda cambiar la estructura desde la política, porque el cambio tiene que comenzar del individuo. Uno debe cambiar y dar el ejemplo. Yo soy súper respetuoso en general con toda la gente, aunque me defiendo si me faltan el respeto. La gente está deshumanizada, por mí que la raza humana se acabara, después de que crezcan mis hijos sí (ríe). Hemos cometido muchos errores y la gente está muy soberbia. La gente tiene un poco de poder y siente que puede pasar a llevar a los demás.
-Por un lado tienes tu faceta punk y por otra la de dj, que es más relajada, tocas en bares como el Clan o el Onaciu, y tienes que adaptarte un poco a lo que pide la gente. ¿Te ha gustado explorar ese lado?
–Me encanta ser dj y es un reto hacer bailar a los hueones. Yo a veces trabajo en hueás bien alternativas, como mezclando en tocatas punk, y otras veces me tocar ir a lugares más pop, donde pongo cosas indie electrónicas, con algunos temas más nuevos, otros más antiguos, algo de post punk, pero todo bailable. Yo ahora escucho de todo, tengo un gusto bien amplio musicalmente, entonces trato de sacar lo mejorcito cuando mezclo.
-¿Y de repente pinchas temas tuyos, propios?
–No, solo mezclo, no estoy haciendo mis temas. Me gustaría aprender a usar maquinitas para saber hacer bases, pero soy medio taimado con eso. Creo que le voy a pedir a un amigo que sea más electrónico que me enseñe.
-¿Qué significó para ti volver a tocar en la Perrera?
–Yo he estado en muchos eventos ahí y he ido a carretes desde el año de la coronta. Es un lugar histórico y que está como detenido en el tiempo, porque sigue manteniendo un poco su concepto underground de fines de los 80. Es una isla en su tipo y estar ahí me transporta en el tiempo, por eso me gusta que haga frío, que esté oscuro a veces, guarda todavía su esencia. No es un lugar “pro” y eso es lo bueno.
Fotografías: Gonzalo Donoso, Camila Sánchez Andueza, Luis Piñango y Gonzalo Goya